Los vecinos de las calles Concepción Arenal y Lorenzo Sepúlveda, en pleno casco antiguo, están "hartos" de soportar los ruidos, la suciedad y el olor nauseabundo que salen de la vivienda ubicada en el número 20, donde el domingo hallaron el cuerpo sin vida de un indigente que, al parecer, falleció de muerte natural.

Las actividades que se desarrollan en el interior de este inmueble, convertido desde el pasado mes de noviembre en una casa de ´okupas´, está ocasionando serias molestias a los vecinos, que en varias ocasiones han avisado a la policía "sin que nos hayan hecho ningún caso", según Marisol Torres, quien aseguró que "nos tienen aburridos, la policía local nos manda a la policía nacional y ésta a la local".

Esta vecina denunció ayer la situación que sufre el vecindario "desde que se instalaron sigilosamente en noviembre dos o tres en esta casa, que se ha convertido en un ´fumadero´ por el que pasan a diario todos los indigentes y los yonquis del barrio".

Han sido los mismos vecinos los que han tenido que indagar para buscar y localizar al dueño del inmueble. "Hemos tenido que recurrir a la agencia inmobiliaria que tiene un cartel colgado de la fachada, y también hay otro de un estudio de arquitectura de Cáceres, y ahora soy yo la que tengo que denunciar".

Un vecino de la calle Sepúlveda se quejó ayer de que "cuando da el calor aprieta no hay quien pare del olor que desprende la casa". Lucía, una señora mayor que vive enfrente del número 20, explicó que los dos jóvenes que residen de forma habitual en esta casa "son buenos chicos, dicen que les ha dejado quedarse el propietario, pero lo peor son los otros que vienen detrás y que entran y salen de la casa continuamente".

CASAS TAPIADAS También se quejaron los residentes de la zona que en ocasiones hay disputas y peleas entre los que frecuentan la casa, donde según un vecino "el mal olor se debe a que hay 40 o 50 gatos dentro".

En estas mismas calles los propietarios de varios inmuebles vacíos se vieron obligados a tapiar puertas y ventanas para impedir que fueran ´okupadas´ por drogadictos e indigentes.

Por ello, los vecinos piden al ayuntamiento un mayor control sobre las viviendas que se quedan vacías, algunas durante años, a la espera de ser rehabilitadas o demolidas para levantar nuevas edificaciones. Consideran que debe ser el ayuntamiento, "y no los vecinos, el que vigile, localice a los propietarios y les obligue a mantener en unas condiciones mínimas de salubridad y seguridad sus inmuebles".