TTtras la fallida investidura, eché un vistazo a la tele y tal era la zozobra que me embargaba que no sabía si liarme a mensajes en las redes sociales o tirarme por la ventana. Comprobé que, para lo primero, llegaba tarde, porque el vertedero dispersaba ya fétidos efluvios y, para lo segundo, recordé que vivo en un bajo y las ventanas tienen rejas. Así que, desarrollé el Experimento Hegel. Hegel dijo, que se lo oía yo cada noche al loco de la colina cuando aparecía por las ondas radiofónicas: "Nada grande se ha hecho en el mundo sin una gran pasión".

El sábado llamé a unos amigos. Un ertzaina de San Sebastián que comía en un tres estrellas Michelín. Le puse un guasap a una antigua novia de Almería que estaba en la playa con la familia. Luego hablé con una prima de Albacete, de cumpleaños; con un colega de la mili de Ceuta, que estaba en el fútbol con los hijos, como otro que estaba en el Bernabéu junto a unas setenta mil almas más; con una compañera de universidad de Coslada, esquiando en los Pirineos y con el exmarido de una que trabajó conmigo que ahora vive en Gijón y se ha vuelto a enamorar. Otro, militar, acababa de llegar de Malí, y se comía unos torreznos en Valladolid; las amigas de Valencia y Barcelona, tardaron en cogerme el teléfono, pero es que estaban liadas, una, de manifestación feminista y se había llevado a los cuatro hijos, la madre, la suegra y tres cuñadas y, otra, estaba en el teatro. El de Sevilla, preparando la Semana Santa; el de Zahara de los Atunes, retirado en el paraíso; la de Vigo, médico, estaba de guardia; el de Zaragoza, cura, a punto de dar misa, que tengo la iglesia llena; el de Denia estaba en el gimnasio, al de Pamplona lo pillé a punto de entrar en el cine; la de Marbella, estaba en un concierto con el maromo, la de Santander, en una casa rural, y el de Algeciras a punto de coger un barco. Por aquí en Badajoz el personal llenaba bares y restaurantes o iba a los toros y sus alrededores en Olivenza.

Habrá quienes hablen del pan y circo o del ande yo caliente pero las conclusiones del Experimento son: 1. Que la pasión de políticos y periodistas no es igual a la pasión de la gente. 2. Que la pasión que hay en las redes es muy distinta a lo que ocurre fuera de ellas. Y 3. Que la pasión de los que dicen representar al pueblo está muy lejos de lo que realmente le apasiona a la gente de verdad, la de la calle, la que no quiere discursos o ruedas de prensa sino convivencia. Y disfrutar de la vida. Ahí es donde está la mayoría. Y a quienes más se desprecia. Eso sí, con mucha pasión.