Expertos que participaron en una jornadas penitenciarias del arzobispado y el Colegio de Abogados reclamaron más colaboración para mantener la presencia de la sociedad en las prisiones, y sentido común para que el alarmismo no entorpezca la labor de asistencia y rehabilitación de los internos. Angel Francisco Gil López, penalista del Servicio de Orientación Jurídico-Penitenciaria en Madrid y vinculado a onegés que trabajan con presos, resaltó "lo difícil que es sacar a una persona para adaptarse a la vida en libertad desde la privación de ella".

Gíl López señaló las "pocas oportunidades que se dan a sistemas alternativos a la prisión y lo que cuesta salir de ella por la dificultad para pedir permisos y la traba con la responsabilidad civil como requisito para obtener un tercer grado". Esta situación, afirmó, es parte de los problemas por lo que la población penitenciaria se ha cuadruplicado, y que todas las prisiones estén por encima del 100% de su capacidad. Desde ahí, dijo, "las posibilidades de hacer algo son pocas. La escasez de medios y de profesionales de tratamiento, que se reducen al 10% del personal, hacen que la capacidad humana sea muy escasa".

En su opinión, el alarmismo de ciertos medios de comunicación "crispa mucho, pero no se dice que el quebrantamiento de permisos es el 0,5% y nos quedamos en la anécdota de alguna tragedia". Cuando se le plantea qué hacer, responde que "aplicar el sentido común, no crispar, aceptar los errores y reconocer que no se pueden cerrar las puertas, porque siempre habrá errores y no se pueden cerrar las cárceles a personas que hacen permisos honrados. Está demostrado que cuando más cerrada está la cárcel, más alto es el índice de reincidencia".

Francisco Maya, vicario general del arzobispado, destacó la labor de la iglesia en la prisión, de sanación, acompañamiento, y posibilitar procesos de integración. El sacerdote Enrique Cruz afirmó que cuentan con 23 voluntarios en la cárcel pacense.