Teodora Venelinova Veneva, de 35 años y natural de Bulgaria, fue trasladada ayer al mediodía desde el hospital Infanta Cristina de Badajoz en helicóptero hasta la Unidad de Quemados del Hospital de Getafe (Madrid) y su pronóstico era muy grave. La joven sufrió quemaduras de segundo y tercer grado en el 95% de su cuerpo como consecuencia de la explosión que tuvo lugar la noche del miércoles en el piso donde vivía con su pareja, el primero izquierda del bloque número 3 de la avenida del Perú.

Según los vecinos del edificio ( que ni siquiera sabían su nombre, aunque la veían a menudo) la mujer les había comentado los últimos días que tenía pensado marcharse a su país y que incluso ya disponía del billete para el regreso. Su pareja ocupaba este piso en alquiler desde hace un año aproximadamente, según confirmaron los propietarios a este diario.

A las 22.45 horas del miércoles, cuando Teodora estaba sola en la vivienda sentada en la cocina, una gran deflagración la sorprendió. La explosión procedía de la terraza lavadero del piso, que se encuentra en el bajo, a pie de la calle, por las traseras del inmueble, y la puerta que separa ambas estancias estaba cerrada. Si la víctima hubiese estado en la terracita el desenlace podría haber sido incluso peor, si cabe.

La Policía Judicial y Científica y los bomberos de Badajoz acudieron de nuevo ayer por la mañana al lugar para determinar el motivo de lo ocurrido. La causa no podía estar ni en la cocina, que es vitrotrocerámica, ni en el horno eléctrico. Fuera en la terraza había dos bombonas de gas butano, una de ellas conectada al calentador de agua. Según los primeros indicios, el origen de la explosión estuvo en una fuga en la conexión desde la bombona al calentador. Un técnico de Repsol también se acercó a la vivienda para confirmar que la bombona no había sido la causante, sino que se había producido por una acumulación de gas. Fuentes consultadas recalcaron que se trató de un accidente fortuito y descartaron que hubiese sido provocado o intencionado.

DESDE LA CALLE

La deflagración derribó el tabique de la fachada, pero los bomberos aseguraron esa misma noche a los vecinos y ayer confirmaron a este diario que la estructura del edificio no había sufrido daño alguno. En el bloque siniestrado y en los inmuebles próximos no se hablaba ayer de otro tema.

José, que vive en el número 1 de la avenida, comentó que salió de su casa para tirar la basura y no había llegado al contenedor cuando escuchó una gran explosión. Pudo ver la llamarada que salía de la parte posterior del edificio y oyó los gritos de una mujer. A esa hora no había nadie en la calle.

A los pocos minutos llegaba la Policía Nacional. Los bomberos del servicio municipal y la Policía Local no tardaron mucho más porque por la noche apenas hay tráfico en la ciudad. Numerosas personas se congregaron en el entorno, entre ellos todos los vecinos del inmueble donde ocurrió el estallido, que fueron desalojados animados por uno de los propios vecinos.

"Yo estoy sin dormir", se lamentaba ayer uno de los inquilinos del piso situado justo encima del siniestrado. "Si llegan a estallar las dos bombonas, nuestro piso explota", advertía. La anciana que vive en el primero derecha estaba sola viendo la tele en el salón, y salió huyendo al contemplar el resplandor. Ayer recordaba que escuchó a la víctima gritar "¡policía, policía!". La vio salir "con los brazos quemados".

Otra anciana, Juana, fue una de las últimas en escapar, "de milagro", se lamentaba. Nadie la llamó y ella creía que el escándalo procedía de la torre de enfrente. Cuando se asomó a la escalera, ya estaba toda inundada de humo. Juan Lorenzo, policía jubilado que vive en el mismo bloque, ayudó a socorrer a la mujer herida, que tendieron en el césped mientras llegaban los equipos sanitarios.