Era un plan tan preconcebido que quizá por ello a la despedida de ayer de Miguel Celdrán ante la prensa le faltó emotividad. Ni siquiera dio opción a ser preguntado. Al terminar de hablar, pidió a los medios de comunicación que fueran "amables y comprensivos" porque prefería abandonar la sala de prensa sin someterse a preguntas, por su "estado de ánimo". Su intención era marcharse e ir a comer con su mujer, no para celebrar que se va de alcalde, sino porque era su cumpleaños. Posteriormente, el gabinete de prensa informaba que "por expreso deseo" de Celdrán, no concederá tampoco entrevistas "ya que dedicará unos días a descansar y disfrutar de su familia".