Sin pretender sacar las conclusiones de los sesudos analistas políticos sobre los resultados de las elecciones celebradas el pasado domingo y cómo se pueden extrapolar a la convocatoria del 26 de mayo, de todos es sabido que no es posible calcular con certeza cómo van a comportarse los ciudadanos dentro de unas semanas, pues el margen de error es tan amplio que cualquier titular sería tremendamente fallido. La extrapolación no sería real porque los votantes no siempre votan al mismo partido en unas elecciones de ámbito nacional que en unos comicios autonómicos o que en una convocatoria municipal. Las influencias que recibe son dispares así como los intereses que movilizan a las masas, si es que de nuevo salimos en masa en dirección a los colegios electorales el último domingo de mayo.

Cuando el popular Miguel Celdrán gobernaba con mayoría absoluta en Badajoz, hubo convocatorias electorales en las que los pacenses lo apoyaban sin fisuras y, al mismo tiempo, una buena parte de sus incondicionales se decantaba por el socialista Juan Carlos Rodríguez Ibarra para gobernar en la Junta de Extremadura de manera que se podía dar la disyuntiva de que el PP ganaba en el ayuntamiento por goleada y sin embargo los pacenses apoyaban mayoritariamente un gobierno socialista en la región. Pesaban más los personajes que las siglas que representaban. Los partidos lo saben. En las elecciones municipales el cabeza de lista es fundamental a la hora de determinar la elección de la papeleta que sus vecinos depositarán en las urnas.

Pero es verdad que lo ocurrido el pasado domingo denota que en Badajoz algo parece haber cambiado. Que este cambio no es momentáneo se comprobará el 26 de mayo. Los votantes tienen memoria de pez y basta un escándalo de última hora, aun sin contrastar, para devaluar el carisma del político más pintado.

Por primera vez desde 1989 los socialistas han sido en unas elecciones generales la fuerza más votada en la capital pacense y el PP ha pasado de ser la primera con más apoyo a la tercera, detrás de Ciudadanos. Es muy fuerte. El alcalde, Francisco Javier Fragoso, no puede no reconocerlo, pero sabe que los resultados de unas elecciones generales no se pueden extrapolar a unas municipales. En las primeras el votante se decanta por unas siglas y, en las segundas, por su candidato, fundamentalmente. Siendo así, tanto para quienes consideran que se pueden extrapolar los datos como los que no, de la diferencia de votos que se obtengan el 26 de mayo respecto al 28 de abril, serán responsables directos los cabezas de lista, que habrán sabido convencer o no a sus electores. Hay que tener en cuenta además que la oferta que van a encontrar tras las cortinas los votantes en las elecciones municipales no va a ser la misma que en las generales, pues en Badajoz se presentan dos siglas de estricto ámbito local, que pueden modificar los resultados: Juntos Por Badajoz y Badajoz Adelante. Ninguno de izquierdas, por cierto.

Los socialistas han ganado en Badajoz, pero no las tienen todas consigo. El 28 de abril fue determinante que se haya reducido tan drásticamente la abstención. Los votantes de izquierda no se plantearon quedarse en casa y salieron despavoridos sobres en mano para intentar contrarrestar el aluvión ultraderechista que anunciaba una invasión sin precedentes. Habrá que ver si esos mismos que el pasado domingo se animaron a acercarse a su colegio electoral, vuelven a hacerlo el 26 de mayo o, por el contrario, les entra la misma pereza de hace cuatro años.