Cuatro extremeños participan en la XVII Vuelta Aérea a la Península Ibérica en Ultraligeros, que en su quinta etapa recaló ayer en Badajoz y aterrizaron en la base de Talavera 55 aeronaves, aunque las inscritas son 42, españolas y portuguesas; las restantes se sumaron a la etapa de Badajoz, donde se celebraron unas jornadas aeronáuticas, según el presidente de la Asociación Española de Pilotos de Ultraligeros (Aepul).

Los ultraligeros llegaron a la base entre las 10.30 y 11.30 horas, procedentes de Córdoba. Las etapas anteriores fueron Torremocha (Teruel), Benejama (Valencia), Beas de Segura (Jaén) y Córdoba, y las siguientes, cuando salgan mañana de Badajoz, serán Villamartín, Lagos y Monfortinho. En total, 1.500 kilómetros en siete etapas, contó el coordinador de la etapa, el pacense Manuel Cortés, quien dijo que la vuelta "no tiene un fin competitivo, sino disfrutar del vuelo", dijo Cortés.

Entre los participantes, una mujer, Elisa Fernández, vicepresidenta de la Aepul hasta el 9 de agosto y que vuela en una preciosa Aeroprakt 22, roja. Es una joven pionera de la aviación civil, dado que en España "no hay más de 20 pilotas, a pesar de que fueron muchas las que participaron en los inicios de la aviación compitiendo con varones en velocidad, acrobacias y vuelos transoceánicos". Elisa explica que "el nivel de la aviación civil en España es muy bajo, incluso Portugal tiene una cultura muy distinta en esto, y en Estados Unidos vuelan muchas personas, y muchas mujeres se ganan la vida haciendo exhibiciones aéreas".

Para Javier Benito, de Cádiz, "la etapa hasta Badajoz ha sido muy bonita, el paisaje extremeño tiene uns vistas preciosas". Benito, como el resto de sus compañeros, no se cansan de responder a todas las preguntas que les formulan sobre seguridad y piden que se acabe con el tópico de que la aviación es cara y peligrosa. "Hay ultraligeros de tubo y tela desde 3.000 euros, hasta los de última generación, que pueden costar 120.000", si bien, destacó la existencia de un mercado de segunda mano "fiable y muy interesante; nadie vende una aeronave si no está en condiciones".

Los ultraligeros se diferencian de las avionetas en su tamaño --los primeros son biplazas-- su peso máximo al despegue, que en aquellos no puede superar los 450 kilos --con piloto, ocupante, nave y gasolina--. Su velocidad máxima es de 240 kilómetros a la hora y 65 de aterrizaje; su techo de vuelo está en los 300 metros. Estas características son las que los hacen interesantes, según Javier Benito, pues mientras que la avioneta necesita una formación más especializada, planes de vuelo y despegar y aterrizar en aeropuertos, los ultraligeros pueden moverse sin permiso, sin planes de vuelo, no requieren aeropuertos y se pueden mover por cualquier sitio.