Decenas de personas se movilizaron la mañana de ayer en Suerte de Saavedra para reclamar «con urgencia» que den servicio de agua a las 10 familias que ocupan viviendas cerradas de los bloques que Interior tiene para la Guardia Civil en ese barrio, con un total de 90 pisos.

Apoyados por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), de Campamento Dignidad, monjas de la comunidad religiosa que trabaja en el barrio y ciudadanos a título personal, las familias hicieron el mismo camino de todos los días para coger agua en botellas y en garrafas de una fuente, solo que en esta ocasión fueron todos a la vez, en una fila de portadores y portadoras, para escenificar la situación que viven a diario y urgir que se les conceda la conexión de agua por parte del ayuntamiento y de Aqualia.

«Lo pedimos a Aqualia y nos dijeron que el ayuntamiento; fuimos al ayuntamiento y respondieron que no pueden porque sería ilegal, como dijo también la alcaldesa en funciones en el último pleno, por haber una denuncia de la Guardia Civil por la ocupación, y allí llevan estas familias siete meses, con diez menores y tres que vienen en camino», manifestó Fátima Mendoza, portavoz de Campamento Dignidad en Badajoz.

Tanto Mendoza como Elvira Arenas, ésta activista de IU, «las administraciones se esfuerzan por hacer ver a la sociedad que la ocupación es ilegal, cuando la ilegalidad la cometen ellas por no proporcionar una vivienda digna a estas y otras familias necesitadas, como manda el Artículo 47 de la Constitución. Son ellas y sus representantes quienes cometen la ilegalidad, no las familias», señalaron.

Según Mendoza, algunas familias están censadas y cinco cuentan con enganche de luz; y criticó que «por estar de ocupas no les dan la renta básica a quienes la solicitan, cuando eso es un derecho».

María Elena Domínguez Seco es una de las afectadas; vive con sus dos hijas en uno de los pisos ocupados y afirmó: «Vivimos como podemos de mi renta básica porque no tengo trabajo», y aclaró que a ella no se la han quitado. Contó que «vamos todos los días a por agua a la fuente para cocinar, para lavarnos, para fregar la loza y limpiar la casa, y nos duchamos en casas de personas buenas, porque hay gente buena; los que no son buenos son los que permiten esta situación y se echan la pelota unos a otros».

María Elena explicó que «ocupamos los pisos porque estábamos en casas de familiares; me mandaron a Centro Hermano; no había vivienda para mi y no tenemos más remedio que meternos aquí; al menos nos dieron la luz», dijo. Aseguró que «una no se acostumbra nunca a esto; estamos súper mal, mal, no tienes ganas ni de salir a la calle; te da vergüenza ir a buscar agua; ya salgo cuando no hay nadie; sin ganas de comer ni nada de nada. Yo nunca he estado así. Lo que quiero es trabajar para salir de esta situación y hacer mi vida normal». Domínguez indicó que «yo he echado mis papeles como todo el mundo, pero para mí no hay viviendas y para otras personas sí, ¿por qué?».