El número de familias que recurren al comedor social Virgen de la Acogida, que las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl regentan en la calle Martín Cansado, se ha multiplicado por seis en el último año. Así, de las 40 a las que entregaban alimentos en octubre del 2010, se ha pasado a atender a 247 en la actualidad (en los meses de febrero y marzo pasados incluso se llegó a las 278), según los datos facilitados ayer por la directora del comedor, sor Marifé, y la trabajadora social, Soledad Velázquez.

También ha variado el perfil de las familias, la mayoría con menores a su cargo, a las que se presta ayuda. Si antes en muchos casos se trataba de familias desestructuradas, ahora se atiende a personas con una vida familiar "normalizada", a quienes la crisis ha dejado sin trabajo y que se ven obligadas a destinar sus escasos ingresos al pago de las hipotecas para no perder sus viviendas.

A estas familias, tras aportar la documentación que acredite su situación, se le entregan alimentos en crudo (cada 20 días o una vez al mes) para que los cocinen en sus propias casas, con el objetivo de que no tengan que variar su modo de vida y, sobre todo, para que sus hijos no tengan que acudir al comedor.

Además de alimentos, una trabajadora social presta asistencia a estas familias para ayudar a resolver su situación, en colaboración con los servicios sociales del ayuntamiento, la Junta y el Servicio Extremeño Público de Empleo (Sexpe).

A estas familias se suman otras 80 personas que cada día acuden a comer a las instalaciones de Martín Cansado. El número no ha variado con respecto a hace un año, pero desde el verano han percibido nuevos perfiles entre los beneficiarios: hombres divorciados --que en algunos casos viven en sus vehículos--, jóvenes y mujeres (muchas dedicadas a la prostitución). Estas personas también reciben una atención individualizada de la trabajadora social y utilizan otros servicios complementarios como el de duchas y ropero (dos días a la semana).

TEMOR

Mientras el número de beneficiarios va en aumento, las donaciones de dinero en metálico han descendido (las de comida, de momento, se mantienen) y las previsiones para el 2012 no son muy halagüeñas ante la decisión de recortar el número de kilos de alimentos que Europa venía entregando a los bancos de alimentos, que en el caso del comedor social es el principal abastecedor en especie. Sor Marifé no ocultó su temor a que esta circunstancia pueda hacer que en el futuro no se pueda atender toda la demanda. "Recibiremos un 50% menos", estimó.

Por ello, hizo un llamamiento a instituciones públicas, empresas y ciudadanos para que no se olviden de que "la pobreza es de todos". Para sufragar los servicios que prestan necesitan algo más de 251.000 euros. Ahora cuentan con los ingresos de las 8 hermanas que trabajan fuera, una subvención de 30.000 euros del ayuntamiento (que, aunque con retraso, esperan recibir a principios de años); y otra aportación de 10.000 euros de la Diputación de Badajoz. También han solicitado ayuda a la Junta de Extremadura, pero no han obtenido respuesta.

Pero el mayor capital del comedor social es la solidaridad ciudadana. Sor Marifé citó los casos de un empresario pacense que ha organizado una cena benéfica el próximo 2 de diciembre para recaudar fondos para los comedores sociales (las reservas, a 60 euros, se pueden realizar ya en las oficinas de Caja Rural de Extremadura, Caja Extremadura y La Caixa) o el de un jubilado, que cada día lleva al comedor lo que pesca y la fruta y verdura que, junto a un amigo, pide en huertas y fincas.

En el otro comedor social de la ciudad, en la calle José Lanot, tampoco es fácil llegar a fin de mes. La encargada, Petra González, explicó que dan de comer de lunes a viernes a 30 personas, "y más porque no caben", aseguró. También temen el recorte de alimentos para el 2012, porque no reciben ninguna ayuda pública.