Manuela Rodríguez salió ayer por la mañana de su casa en el Rincón de Caya para hacer unas compras y cuando volvió unas horas después el agua ya había cubierto el badén por el que acceden a sus viviendas y no pudo entrar. Junto a otros vecinos esperaba en la orilla del río a que su hijo recogiese algunas pertenencias para pasar la noche fuera. Es la segunda vez en menos de diez días que este grupo de viviendas se quedan aisaladas a causa de la crecida del Guadiana.

Los bomberos, Protección Civil, la Guardia Civil y la policía local se desplazaron a la zona movilizados por el 112 tras recibir el aviso de los vecinos, que se quejaban de que a diferencia de hace nueve días "esta vez no nos han avisado". El concejal de Bomberos, Francisco Javier Gutiérrez Jaramillo, quien se trasladó a la zona para interesarse por los vecinos, les explicó que no han podido advertirles de la situación porque la crecida ha sido consecuencia de la lluvia caida durante la tarde y noche anterior "y no del desembalse de los pantanos como la vez anterior".

Por la mañana, solo una familia decidió permancer en sus casas, aunque los bomberos y la policía local defendían que lo más adecuado era abandonar la zona, no porque el agua fuese a llegar a las casas, sino porque en caso de alguna emergencia la asistencia resultaría mucho más complicada.

Manuel Hurtado, dueño de una gravera cercana, se mostró tranquilo. "Esto no pasaba desde el 96 o el 97, pero está controlado", aseguró. No obstante, puso a disposición sus vehículos para cruzar el badén si fuese necesario. Los vecinos apuntaron que la solución para evitar que se repita esta situación sería construir un puente más elevado o abrir más ojos en una especie de presa que existe justo antes del badén.

Al cierre de esta edición, el concejal de Bomberos confirmó que la situación se mantenía igual, pero que la previsión era que el nivel del agua comenzaría bajar. Aún así continuaba la vigilancia.