Llega el mes de julio y se nos hace normal ver por Badajoz a personas de todo el mundo, ataviados con sus trajes tradicionales, en algunos casos pasando un calor asfixiante, pero bailando, jugando o simplemente paseando con una permanente sonrisa en la cara y deseando convivir y charlar con los pacenses.

Parece que llegan de manera natural con los calores más duros de julio, pero podemos estar seguros de que esto no llega solo, sino que detrás de cada Festival Folclórico Internacional de Extremadura hay mucho trabajo, pasión y también disgustos. Al final nos sorprende a todos con su colorido, ritmos, alegría y toque internacional de la ciudad. Esta es la XXXVII edición desde que en 1980 se inició con las 'Jornadas de Difusión de Extremadura por el Folklore', por iniciativa de la Asociación de Coros y Danzas de Badajoz que se había constituido formalmente al año anterior, pero que recogía el testigo del Grupo de Coros y Danzas de Badajoz creado en 1940. Muchas miles de personas han pasado a lo largo de los años por estos grupos, y pocos podrían imaginar que en el 2016 estarían bailando por las calles de Badajoz, en San Francisco o en el auditorio grupos de China, Montenegro, Perú, Portugal, Puerto Rico, Rumanía, Rusia, con los de Córdoba y Badajoz. O muchos sí se lo podrían imaginar, pues desde 1980 lo están haciendo cada verano de manera ininterrumpida.

En un mundo global, en el que las ciudades necesitan tener referencias internacionales, este festival lo es para Badajoz, tanto en lo que supone la estancia y convivencia en la ciudad de estos grupos cada año, una experiencia de diversidad, tolerancia y mestizaje, como la referencia que supone esta convocatoria pacense dentro de los festivales y organizaciones folklóricas internacionales.

Detrás del festival, de su continuidad y éxitos, hay muchas horas y voluntades, mucho impulso desde la sociedad civil e involucración de las administraciones públicas, profesionales y muchos voluntarios, y siempre la simpatía y reconocimiento de la sociedad. Es imposible identificar a todas personas que lo hacen posible, pero asumiendo el riesgo de no mencionar a muchas personas imprescindibles me gustaría destacar a dos referentes del mantenimiento del folklore en la ciudad: Rafael Maldonado y Emilio González Barroso, sé que me quedo a muchos atrás, pero en ellos extiendo el agradecimiento a los muchos otros que lo hacen posible cada año.