Ha vuelto al-Mossasa y con ella una nueva fiesta para la ciudad. No es vano recordar que se conmemora la fundación de Badajoz, el año 875, por un personaje de origen noble y seguramente emeritense, convertido al Islam, llamado Abd al-Rahman ibn Marwan al-Yilliqi. Después de un largo enfrentamiento con los emires omeyas de Córdoba, consiguió ponerse de acuerdo con ellos y crear una población nueva, llamada entonces Batalyús.

Pero que a nadie se le olvide. Esta fiesta, renacida y reencauzada este año tras el paréntesis del año pasado, no es sólo un motivo para la diversión y para el recuerdo histórico, más o menos bien representado. Antes que nada es una proyección hacia el futuro.

Badajoz nació por un acuerdo entre poderes rivales y una concordia es siempre un motivo de alegría. La fiesta de Al-Mossasa es una invitación a la tolerancia con las minorías de cualquier tipo. Al-Mossasa es un voto a la apertura, a la cultura y al respeto hacia los demás.

Al-Mossasa es, antes y sobre todo, un modo, nuevo y antiguo, de entender la vida ciudadana y de construir una ciudad renovada. A Badajoz hay que refundarla todos los días, tanto como a nosotros mismos.