Algunos recordarán la serie de televisión en la que la humanidad sufre un desvanecimiento durante el cual consiguen ver una parte de su futuro. El regreso a la realidad marcará el resto de sus vidas, que no será más que un camino de incertidumbre, inseguridad y destemplanza. Peor aún para los que no recuerdan nada porque, según los guionistas, el hecho de no recordar significa que no tienen futuro. El tema en sí es apasionante pero la trama se complicaba en exceso y la serie acabó en fracaso. No obstante, viene bien recordarla ahora a propósito de los resultados electorales que las elecciones municipales han deparado a la ciudad de Badajoz.

Del triunfo sin paliativos del PP a la ligera mejoría de IU pasando por el desastre del PSOE, en Badajoz las urnas han sentenciado que muchos que dicen representar a los vecinos en realidad no representan a casi nadie, que el buen ambiente favorable y de cambio que algunos detectaban no era más que una pose o un error de cálculo y de estrategia y que no prever las consecuencias del tsunami fue un exceso de confianza o de autosuficiencia. Tampoco parece apropiado que siendo receptores de votos de castigo haya quienes piensan que no es mala idea tirar cohetes. Sabidos los resultados, lo normal es la crítica, la autocrítica y el análisis y no precisamente las interpretaciones apresuradas o los balances autocomplacientes. IU no ha sabido recoger como esperaba el desencanto socialista y el PSOE ha vuelto a 1995. Decir que hemos doblado la representación es una boutade y decir que la culpa ha sido de la crisis es negar los éxitos de Villanueva o Llerena. Más allá de que algunos no acepten el veredicto de las urnas, lo cual dice mucho de su calidad democrática, lo que más llama la atención es que la vida ha seguido como si aquí no hubiera pasado nada. El caso es que pasar ha pasado y posiblemente seguir con la misma estrategia puede que no sea la decisión más correcta.

Lo habitual en la empresa o en la vida, no tanto en la política, cuando llegan los fracasos, cuando el desvanecimiento temporal se ha llevado por delante más de un proyecto, es mirar hacia uno mismo, mirar hacia los lados y tratar de averiguar dónde estaba el fallo para no volver a cometerlo.

El problema es cuando el flashforward es un fundido en negro y uno se despierta queriendo seguir con sus mismas rutinas sin afrontar el drama de un futuro en blanco.