El uniforme del colegio se cambió por el chándal y los profesores fueron sustituidos por los abuelos. Aprovechando que ayer en muchos colegios no había clases por el día del maestro, la concejalía de Servicios Sociales reunió en el pabellón deportivo de San Roque a 150 abuelos y nietos para participar en una jornada de convivencia.

El objetivo de la cita no era otro que fomentar las relaciones entre ambos mostrando a los niños qué hacen sus abuelos en las clases de gimnasia geriátrica. Lo vieron y lo probaron. Al ritmo de la música unos y otros compartieron flexiones, saltos, movimientos de cadera, ejercicios de estiramiento y hasta algunos pasos de una coreografía. "¿Estáis cansados?", preguntaba la monitora. "No", respondían grandes y pequeños sin parar de hacer los ejercicios. Después de mover el esqueleto, se celebró una yincana. Los abuelos se llevaron a casa un diploma, y los niños recibieron un pequeño obsequio.

"Pensamos que es bueno que los críos sepan como están sus abuelos, se relacionen con ellos y disfruten los dos", explicó la concejala de Servicios Sociales, Rosario Gómez de la Peña. Esta jornada ha sido una especie de experiencia piloto que tendrá continuidad en el tiempo y para la que se ampliarán el número de inscripciones. "Los mayores son incansables y a cualquier cosa que se programe acuden", afirmó la edil. Hasta ahora solo se celebraba el paseo intergeneracional, pero abuelos y nietos tendrán que apuntar esta nueva cita, que sirvió para clausurar los actos organizados por el Día Internacional de los Derechos de la Infancia, en el calendario.

Aunque la jornada pretendía reforzar las relaciones entre abuelos y nietos, para muchos solo suponía hacer algo diferente, pues a diario pasan muchas horas juntos. Es el caso de Antonio Regalado Durán, quien ayer asistió junto a su nieto Antonio Manuel, de 4 años. "Por la mañana, su hermana y él están en el colegio, pero comen y pasan la tarde con nosotros hasta que sus padres terminan de trabajar y los recogen. Es como si fuésemos padres otra vez y además estamos muy contentos", contó. También su nieto parecía estar muy a gusto en su compañía. "Jugamos con los muñecos y al ordenador", dijo.

Ramona Reboller también estaba encantada de que sus nietas Laura, de 11 años, y Angela, de 5, la hubiesen acompañado al pabellón deportivo de San Roque. Para ella, cuidar de sus nietas a hecho que "rejuvenezca" y todo el tiempo que pasa con ellas le parece poco.

Abuelos y nietos demostraron ayer que ni la gimnasia ni el cariño tienen edad.