Hay espacios en la ciudad con los que el ayuntamiento no sabe qué hacer; o al menos da la sensación de que no le interesan, por los años que llevan abandonados sin que haya indicios de que se les vaya a dar un uso, sea para colmatar la ciudad, o para mantener decente el patrimonio pacense.

Un ejemplo de esa actitud es el foso que rodea el revellín de San Roque. Y eso que había una cantidad presupuestada por la Confederación del Guadiana para su tratamiento, pero el ayuntamiento lo cambió por un vial.

Los vecinos de esa zona se han quejado repetidas veces por que, aparte del aspecto tercermundista que presenta lo que debía ser un hermoso jardín con espacio para juegos u otros usos, supone un peligro para los propios residentes, especialmente para los menores.

Ahora que se termina el ajardinamiento de los cauces del Rivillas y el Calamón, sería una gracia que el conjunto del revellín y el foso se convirtieran en una cicatriz más de la ciudad. Otro foso, el del baluarte de Santiago, se ha destinado a jardinería; y para el que está tras el parque de las Viudas se ha convocado a colectivos juveniles para que lo utilicen. Algo se podrá hacer.