Tantas veces en estas mismas páginas he escrito y denunciado el aislamiento que sufre Extremadura en materia de infraestructuras de comunicación, que ahora que llega el primer llamamiento a la reivindicación en la calle para pedir inversiones en nuestro ferrocarril, no podía abstraerme de hacer algunas reflexiones más sobre este asunto vital para la cohesión social y el desarrollo económico de nuestra región.

La primera de ellas, y como no podía ser de otra forma, es mi apoyo decidido a la reivindicación. No creo que en estos momentos haya ningún otro asunto en Extremadura en el que exista mayor consenso social, económico e, incluso, político. Aunque no siempre fue así. Y de ahí vienen estos lodos.

Hemos necesitado toda nuestra historia democrática para firmar el pasado mes de mayo el primer Pacto Social y Político por el ferrocarril en Extremadura.

Los partidos políticos y el resto de agentes sociales han pasado tanto tiempo enzarzados en sus particulares cuitas, que al final la necesidad se ha convertido en evidencia.

El mapa del trazado del AVE de nuestro país es de guasa. Las rayas continúas o discontinuas, depende de la leyenda, esquivan de tal manera a Extremadura, que parece una broma, pero en este caso de mal gusto.

Ahora se da un paso más en la reivindicación de la mejora de nuestras infraestructuras con la convocatoria de una manifestación mañana en Badajoz organizada por los sindicatos y los empresarios extremeños. ¡Empresarios detrás de una pancarta!. Sin embargo, junto a ellos habrá muchos huecos.

La fotografía de la manifestación será, una vez más, incompleta. No reflejará el sentir unánime de una sociedad extremeña. Un nuevo error colectivo que habrá que apuntarse en esta histórica reivindicación.