Hubo un tiempo en que los vecinos de Badajoz bebían y cubrían sus necesidades diarias de agua en las fuentes de manantiales situadas a las afueras de la ciudad. El aumento de la demanda por el crecimiento de la población y los avances sanitarios trajeron consigo la puesta en marcha la red de abastecimiento a partir de 1880, estas fuentes dejaron de ser necesarias y quedaron en el olvido. El concejal Alberto Astorga inició, cuando se hizo cargo del servicio, un estudio sobre el abastecimiento de agua en Badajoz que lo ha llevado a la búsqueda de los restos de estas fuentes, cuya historia está rescatando, no sin dificultades, porque de muchas de ellas apenas se conservan vestigios visibles.

Como triste curiosidad, Astorga lamenta que si en otras ciudades permanecen las antiguas fuentes de abastecimiento, aquí ya no existe ninguna "y no deja de ser una parte de la historia y de la personalidad de Badajoz".

A medidados del siglo XIX había en los extramuros en la ciudad ocho fuentes de agua apta para el consumo procedente de veneros naturales que se surtían del Guadiana, el Rivillas o el Gévora. De éstas solo se conservan restos --aunque sin el uso para el que fueron construidas-- de la de la Rana (la única ubicada dentro del casco urbano, en la orilla derecha del puente Viejo), la de Caballeros (en las proximidades de la carretera de Sevilla) y la de Cuadrejones (en un camino particular cerca de la escuela de Ingeniería Agraria, en la carretera de Cáceres). A cien metros de está última estaba la fuente Nueva, de la que solo quedan ya unos ladrillos.

La primera fuente pública de la que se tiene constancia fue la de Mafra (porque fue mandada a construir por el corregidor don Gonzalo de Mafra, en 1545), situada entre Puerta Palmas y la Puerta de Carros. Desapareció con las remodelaciones realizadas en su entorno a partir de 1867 para habilitar el primer camino de ronda trazado extramuros de las defensas, antecedente de la actual carretera de circunvalación.

En 1549 se edificó la fuente del Rivillas, hoy desaparecida, a la que se podía acceder a través de un pasadizo, llamado el Caño de la Loba, que arrancaba desde el final de la calle Afligidos. Su lápida se conserva en el Museo Arqueológico.

Eran los propios particulares o los aguadores, con sus carros y burros, los que se encargaban de transportar el preciado líquido hasta las viviendas. El precio que cobraban los aguadores se establecía en función de la calidad del agua y de la distancia que tenían que recorrer. Entre las más "apetecidas" estaban las de la Rana y Cuadrejones.

La fuente de la Rana dejó de utilizarse hacia 1960, dicen que porque apareció un hombre muerto, pero el concejal señala que es un hecho sin confirmar. Esta fuente se construyó a principios del siglo XVIII y su estado actual es ruinoso como consecuencia del vandalismo.

Más lejos estaba la fuente Caballeros, ahora prácticamente oculta con maleza y solo se observa en medio del campo la parte más elevada. Estuvo utilizándose hasta el año 80, cuando se tapó porque se descubrió la presencia de nitratos en el agua.

La fuente del Vivero, ya desaparecida, se ubicaba en un paraje de la orilla derecha del Guadiana conocido como parque del Vivero, donde se criaban los árboles para repoblar caminos, carreteras y municipios por parte del Ministerio de Obras Públicas. El concejal también ha encontrado algunas referencias de los fuentes de los Mártires o Alunados y la del Calamón, pero carece de más información.

Cuando se fue desarrollando la red de abastecimiento y el agua empezó a llegar a las fuentes intramuros y a los domicilios particulares, estos surtidores perdieron su utilidad. En 1880 se inauguró la primera fuente pública intramuros con agua canalizada, la de Reyes Católicos, que aún funciona con caracter estrictamente ornamental. La inauguración fue un acontecimiento social, en el que intervino la banda municipal y la militar. Formaba parte del contrato entre el ayuntamiento y la Sociedad Aguas del Gévora, que se comprometió en el contrato para la venta de 600 metros cúbicos al día a construir ocho fuentes de vecindad, dos abrevaderos, 3 fuentes de ornato y 50 bocas de riego.

El concejal de Aguas expresa su deseo de que se rescatase, al menos en primer lugar, la fuente de la Rana y si fuese posible, las de Cuadrejones y Caballeros, que se han conservado hasta la actualidad por estar en un entorno alejado del casco urbano.