Es una buena noticia que un grupo de ciudadanos de Badajoz hayan presentado al ayuntamiento un plan de actuación para el fuerte de San Cristóbal. A ver si conseguimos refinarlo y plasmarlo en algo concreto. Supongo que el problema no sólo residirá en llevar a buen término un plan definido, sino en encontrar financiación y los apoyos adecuados. Lo que sea, con tal de sacar de la ruina al monumento, dándole una función de la que carece ahora. Pero, cuidado. Aunque conozco la iniciativa a grandes rasgos, me parece que es demasiado lo que se quiere instalar allí. Las dimensiones del recinto son reducidas, el suelo de roca aflora muy pronto y, en caso de pretender ganar espacio excavándolo, quizás se vulnere su valor patrimonial.

Ese es el lugar adecuado, desde luego, para un centro de investigaciones de carácter humanístico, para un museo histórico o etnográfico, pero, difícilmente, para un museo de la Ciencia. Por sus características, una instalación como la requerida por este último se albergaría mejor en un espacio más amplio. O sea, en un edificio nuevo. Ahí se podrían hacer alardes de vanguardismo. Pero fuera del casco antiguo, no vayamos a empezar de nuevo con los problemas.

Desde mi punto de vista, un museo de la Raya o de los sitios de Badajoz no iría mal. No olvidemos que nuestra capital anda cerca de ostentar el número uno en el palmarés de asedios sufridos a lo largo de su historia, de 875 a 1936. Y desde allí se tiene la mejor vista panorámica de la ciudad y de su evolución urbana. No sería difícil presentar una serie de reconstrucciones para enseñar cómo se desarrollaron aquellos hechos.

Y, por cierto. No se olvide que en el fuerte se hicieron merecedores a la más alta distinción de sus país, la Legión de Honor, los capitanes franceses Chauvin y Joudion , los tenientes Rollin y Manuel y los sargentos Brette, Naudé y Rousselet . Consiguieron con muy pocos hombres, y por dos veces, rechazar el asalto del ejército inglés en la segunda de sus embestidas a Badajoz, en 1812. Además de un ejercicio de generosidad, a doscientos años de distancia, podría intentar captarse la colaboración de Francia. Porque san Cristóbal figura en sus libros de historia con tanto derecho como en los nuestros.