TStabido que el mundial de fútbol de Qatar se jugará en diciembre, que las Olimpiadas de Brasil se han celebrado en invierno y que ya en 1940 Preston Sturges dirigió la película Navidades en julio, no veo problema para que pudiéramos vivir la semana santa en junio, el carnaval en octubre, la feria en enero, las romerías de Bótoa y San Isidro en septiembre y dejar para febrero y marzo, no sé, los palomos, contempopranea o el badasom, aunque no sé si el tiempo lo permitiría.

Cuando creíamos que ZP había sido el gran líder de la civilización occidental --¡qué extraordinarios días de gloria nos dio nuestro patrio gurú de la economía mundial, el bondadoso hombre que impondría la paz en cualquier rincón del planeta y el trascendental señor de los cielos y el viento-- hemos encontrado un sustituto capaz de superar su capacidad para estar por encima del bien y del mal que responde, por apellidos, a un sargento chusquero que tuve en la mili y que se pasaba el día dejándonos claro que las cosas se hacían por su cojones, que eran sus mejores razones. Obviamente, allí nadie se atrevía a llevarle la contraria a sabiendas de que cuanto más hablaba, más se equivocaba.

He sido desde el principio un firme defensor del pacto para gobernar España entre Sánchez Castejón e Iglesias pero no por nobles razones sino porque estoy convencido de que los españoles merecen lo que quieren y, a continuación, disfrutar de sus consecuencias. No sé qué sucederá en los próximos días, igual me dan una alegría y, de paso, se la lleva este señor siendo presidente mientras pierde elecciones, como Revilla pero sin anchoas, pero lo que está claro es que ha superado a ZP en travesuras y puede que cause una devastación que ni su propio partido vea venir. Por lo pronto, va a conseguir, si nadie lo remedia, que en Nochebuena tengamos menos familia para discutir y aguarnos un puente, gesto que hay que agradecerle, y que vayamos a votar, por tercera vez en un año, en 25 de diciembre, fun, fun, fun. Surrealista pero bonito.