Los grandes creadores --con el permiso de Mozart -- dieron a luz sus mejores obras en la edad tardía, cuando estaban muy cerca o habían entrado ya de lleno en lo que todavía se llama impropiamente ancianidad. Habrá que buscar otro término para referirse hoy con propiedad a esta etapa de la vida en la que uno está en los sesenta o los setenta años, pletórico de fuerza y creatividad, como es el caso de Galiardo . La precocidad está muy bien, pero no deja de ser la excepción. No hay nadie como Mozart en este sentido. Pero Beethoven, Cervantes, Miguel Angel, Goya , Goethe y muchos más realizaron sus mejores obras en la edad tardía, en la madurez creadora, cuando sólo es posible aunar genio y experiencia, creatividad y vida.

Hoy, 8 de abril, un señor de 70 años que está en plena pujanza de su arte, Juan Luis Galiardo, estrena en Madrid El avaro , de Moliere , dirigido por otro setentón cojonudo, Jorge Lavelli . Es la primera vez, si no me equivoco, que Galiardo hace teatro en un escenario, quitando sus experiencias en el Festival de Mérida. La catapulta imparable de su fuerza interior le lleva a regresar al origen del arte escénico, del que luego derivarían el cine y la televisión. De televisión y de cine tiene Galiardo una inmensa experiencia, pero nunca se había asomado de verdad a un recinto teatral a la italiana, a ese establecimiento misterioso, a ese templo de la cultura donde se oficia la magia de la palabra y del gesto en el altar del escenario, a oscuras, ante unos centenares de devotos.

Marca Extremadura patrocina esta pasión que empieza hoy y que, sin duda, podremos ver por toda España y, desde luego, aquí, en la región, donde el actor es tan querido. Badajoz le disputa a San Roque el honor de las raíces de Galiardo que, aunque nació en la ciudad gaditana, su infancia y su juventud tuvieron la impronta de lo extremeño y eso, él lo sabe, se le nota. Buena referencia de lo extremeño la irrupción del Galiardo actor en los escenarios españoles. Así es esta tierra, tardía pero cierta, ahora que ha tomado el sendero del futuro para todos y no para unos pocos de sus habitantes. El lleva la marca de Extremadura escrita en su corazón y ahora la Marca le lleva a él como estandarte de fuerza y de creatividad. Un acierto.