Victoria Blanco, de 65 años, tiembla cuando oye llover y es que no es la primera vez que su casa se inunda y ella sufre las consecuencias. Hace diez años resbaló debido a que el pasillo se había anegado y se rompió la cadera. La pasada Nochebuena le volvió a ocurrir. Eran las 5.30 de la madrugada. La casa se inundó y al ir a recoger el agua del pasillo se cayó y se ha roto el tobillo. Ayer permanecía con la pierna escayolada en su cocina. "De verdad, que ya odio las navidades", se quejaba. Durante tres años su casa ha estado al cielo raso, abierta, para que cuando cayese el agua no se inundara hasta que ha tenido que tirar el antepecho y sustituir el canalón.

Su hijo Jose llega a sugerir que si el ayuntamiento no se compromete al mantenimiento de los cinamomos, los vecinos tendrán que llegar a un acuerdo para hacerlo por su cuenta.