Era el trágico final que se temía, aunque las esperanzas se mantuvieran hasta el último momento. No fue necesario buscar mucho, sólo hacerlo de forma minuciosa, palmo a palmo, en las proximidades de donde fue vista por última vez. Fueron voluntarios de Cruz Roja los que ayer por la tarde, poco ante de las 18.00 horas, encontraron el cuerpo sin vida de Consuelo González Rodríguez, la mujer de 63 años que permanecía desaparecida desde el sábado a las 16.00 horas, cuando salió de su casa diciendo que se marchaba a la de su hija y que había quedado en que la recogería su yerno. No llegó a hacerlo. Su cuerpo apareció sin signos de violencia y fue trasladado al Instituto de Medicina Legal, donde hoy le será practicada la autopsia, que determinará las causas de la muerte. La mujer llevaba consigo unos fármacos.

Consuelo, a la que llamaban Chelo, vivía con su marido y dos hijos en una de las viviendas de La Granadilla, a la que se trasladó tras la riada, porque su familia fue una de las afectadas. El sábado por la tarde se marchó con la ropa de estar por casa: un vestido azul con rayas y unas manoletinas negras. Se fue con lo puesto portando una bolsa verde con medicinas. Según contó su familia antes del triste hallazgo, se dirigió hacia el río. Esa noche no regresó.

Su desaparición fue denunciada al día siguiente ante el Cuerpo Nacional de Policía. Para entonces, amigos y familiares ya habían iniciado su búsqueda por los alrededores, por caminos y veredas y también por otros barrios, por San Fernando y San Roque. La policía dio aviso de la desaparición con la descripción de la mujer y centró la investigación en el entorno más cercano.

Cuando habían transcurrido justo dos días, Protección Civil y Cruz Roja se movilizaron y organizaron la primera batida de búsqueda. Ayer, a las 16.00 horas, estaban citados los voluntarios en el parque del servicio municipal de bomberos. 30 conformaban el dispositivo (18 de Cruz Roja y 13 de Protección Civil), además de efectivos de la Policía Nacional. Pasadas las 17.00 horas ya estaban repartidos por zonas entre el antiguo ferial y el azud. El rastreo no fue fácil. El cuerpo apareció casi a la altura de la depuradora, unos 100 metros atrás, en un área complicada, apenas transitable. No era perceptible entre los pastos. En el grupo de búsqueda participaba un hijo de la fallecida, que conoció allí mismo el triste desenlace.