Agentes del Cuerpo Nacional de Policía hallaron la noche del pasado sábado el cadáver de un hombre, que se encontraba tendido en el suelo entre las ruinas del Fuerte de San Cristóbal. La policía fue alertada por la llamada de una persona a la sala del 091, que se produjo sobre las 22.30 horas, a inmediatamente después se desplazó una dotación al lugar mencionado, donde los agentes localizaron el cuerpo sin vida en posición decúbito supino , según los datos facilitados por la Jefatura Superior de Policía.

En realidad, se trata de Aquilino Perera, de 40 años, herrero de profesión, padre de dos hijos, separado y empleado en una empresa de herrería familiar, con domicilio en el barrio de las Moreras, según manifestaron fuentes conocedoras de las familia.

El cuerpo de esta persona, según indicaron fuentes policiales, no presentaba, en principio, señales externas que hicieran pensar en que se había producido algún acto violento o de carácter criminal, como después confirmaron a este diario fuentes del Instituto de Medicina Legal, una vez terminada la autopsia en el cementerio municipal.

EN DESCOMPOSICION Aunque la policía no facilitó datos sobre el tiempo que podía llevar el cuerpo en dicho lugar, las citadas fuentes forenses señalaron que, aunque no se puede precisar con exactitud, dado el avanzado estado de descomposición del cadáver, se puede calcular que ha pasado entre una semana y semana y media en el Fuerte, o bien "con este calor, a lo mejor son sólo días, cinco o seis días", explicaron.

Sobre la causa de la muerte, los forenses tomaron muestras para mandarlas al Instituto de Toxicología para analizarlas y determinar si hay indicio de consumo de sustancias tóxicas, con lo que "no se puede determinar aún la causa de la muerte, porque también tenía tocado el corazón", dijeron.

El cadáver estaba boca arriba y no se encontró ningún documento que acreditara la identidad de la persona fallecida, si bien, después de avisar al Juzgado de Instrucción de Guardia solicitando la presencia de la Comisión Judicial en el lugar del suceso para proceder al levantamiento del cadáver, como se hizo poco después, la Policía Científica tomó la necroseña del finado, --toma de huellas dactilares--, pudiendo, posteriormente, tras las oportunas consultas a sus bases de datos, identificarlo, concluyendo que tenía 40 años, natural y vecino de Badajoz.