TCtreo que los ciudadanos estamos comenzando a padecer una nueva y peligrosa enfermedad que deberá ser tratada por los mejores especialistas del sistema sanitario español.

Lo mismo que el síndrome postvacacional ya ha sido incluido dentro de las enfermedades que prácticamente todos padecemos a la vuelta de vacaciones, a este paso los gestores sanitarios deberán preparar un nuevo protocolo de actuación ante los casos que se puedan dar de hartazgo electoral . La situación podría ser la siguiente.

--Doctor, no sé qué me pasa. Me encuentro mal, dice un ciudadano al llegar a la consulta.

--¿Cuáles son sus síntomas?, le pregunta interesado el médico.

--Es muy extraño. Me pasa cuando veo a los políticos en esos aburridísimos debates, o en los mítines... O cuando inundan la ciudad con sus fotos descaradamente retocadas- Es entonces cuando comienzo a bostezar, resoplo, me duele la cabeza y por último vomito.

--Está clarísimo, dice el doctor, usted padece "hartazgo electoral".

--Oiga doctor y ¿es grave?, pregunta el ciudadano.

--Por supuesto que sí, responde el doctor. Si no se lo mira puede llegar el momento en el que no crea usted en sus representantes políticos y, lo que es peor, que prefiera quedarse en casa y no ejercer su derecho al voto.

Antes de salir de la consulta el médico le explicará al paciente los orígenes de sus males, que no son otros que el haber sufrido en sus carnes, un año sí y otro también, unas elecciones.

Hace tan sólo un año se celebraron elecciones municipales y autonómicas, el anterior generales, el domingo las europeas; y, unos minutos antes de escribir esta columna he escuchado, en la radio, que el lunes comienza una nueva precampaña para los próximos comicios. Además de pegar un respingo, confirmo que, al oír el comentario, he comenzado a padecer los síntomas.

Esta campaña de las europeas ha sido especialmente desalentadora. Los datos de participación nos dirán si estamos ante casos aislados o el hartazgo llega a nivel de pandemia.