Llevaba una vida normal y trabajaba de cajera en una tienda de alimentación, pero a los 37 años un cáncer de colón la convirtió en una persona con una discapacidad orgánica. Lejos de aislarse y de quedarse en casa, Mercedes Almeida, que ahora tiene 49 años, continuó trabajando en la tienda, pero lo que no consiguió un tumor lo logró la crisis: se quedó en el paro.

Sin embargo, apenas ha estado un mes desempleada, su discapacidad, según dice, la ayudó a encontrar enseguida un empleo. A través de Cocemfe, fue contratada hace tres meses por la firma Marionnaud y trabaja en una perfumería de dependienta, realizando la misma tarea que el resto de sus compañeras.

"Todas las personas tienen derecho a un puesto de trabajo, a pesar de las limitaciones de cada uno", señala. Esta pacense reconoce que su discapacidad "no se ve, pero aunque se viera no tendría porqué importar. Mi enfermedad afecta mucho psicológicamente y los que la padecen suelen apartarse de la gente, ya que al tener un ano artificial piensan que van a ser rechazados, sin embargo yo he sido muy echada para adelante", reconoce.

Mercedes lanza un mensaje de optimismo y anima a todas las personas con algún tipo de discapacidad a trabajar y a que tengan seguridad en sí mismos y a los empresarios les pide "que confíen".

"Mi discapacidad me ha abierto las puertas, cuando me quedé en paro pensé: ¿a dónde voy yo con 49 años?, y ahora estoy contentísima", añade. "Me dije o me hundo o salgo a flote, y opté por lo segundo. Ahora trabajo, hago senderismo, voy a la piscina y llevo una vida normal".

Jacinto Mendoza, de Marionnaud, explica que contrató a Mercedes porque valoró la posibilidad de la integración. "Nos pusimos en contacto con Cocemfe y estamos bastante contentos con el servicio que ella presta". En este sentido cree que "es una forma de desmitificar la idea de que no pueden estar ante el publico, además hay muchos tipos de discapacidad", por lo que lo recomendaría a otros empresarios.