Aunque no haya sucursal bancaria, ni colegio ni piscina, no hay pueblo que se precie de serlo si no tiene al menos un bar. Un establecimiento de hostelería es la apuesta segura para revitalizar un lugar solitario y si sus promotores apuestan por la calidad en el servicio, servirá de elemento seguro de atracción de público. Eso es lo que ha ocurrido en la plaza Alta, donde acaba de abrir una cervecería que, en un futuro próximo, también será restaurante. Es la Casona Alta y pertenece a los mismos empresarios de La Casona de la plaza de La Soledad, junto al Porrina.

A la rehabilitación de los edificios del entorno de la plaza siguió su ocupación. Primero se habitaron las Casas Coloradas, luego se le encontró un uso a la escuela de Hostelería, que se convirtió en sede de la UNED y ahora la iniciativa privada ha dado el paso siguiente y más efectivo. Francisco Javier Pérez Marín es uno de los cuatro socios y el encargado de esta nueva Casona, ubicada en el bajo del edificio de la Inmobiliaria Municipal, enfrente de las Casas Consistoriales. Los promotores no han escatimado a la hora de decorar el local, que es en propiedad, e instalar la terraza en la propia plaza, con cómodos sillones al cobijo de sombrillas.

Pioneros

La Casona Alta abrió el sábado "para aprovechar el empujón de la feria". Su apuesta es "bastante arriesgada, pues aquí no hay nada y la gente está muy reacia a subir, por lo que se movía antes en el casco antiguo". Se decidieron porque La Casona ha funcionado muy bien en la plaza de la Soledad y "y tenemos perspectivas de seguir en el casco antiguo porque pensamos que es lo que va a perdurar en Badajoz". Han sido los pioneros y tal vez haya quien los siga.