TLtos tiempos malos tienen de bueno que les crecen héroes. Entre catástrofes y cataclismos brillan los héroes como los champiñones entre el humus. Ahí es cuando lucen sus hazañas, para admiración de un pueblo triste, presa de las hambrunas, las guerras o la crisis, el paro y el déficit general. Crees que la semana ha transcurrido entre penas y sombras, al son del decretazo, el desempleo y las amputaciones presupuestarias, y aireas tu tristeza cabizbajamente, casi sin esperanza. Hacen entonces su entrada en escena las hazañas y los héroes, encabezada por el propio Fernández Vara . Su hazaña podría haber consistido en cargarse de una vez un par o un trío de consejerías inanes o en cesar a unos cuantos gerentes de empresas públicas, pero no. El ha preferido acelerar su vehículo oficial hasta los 170 por hora y redondear la hazaña comentando su rango a la pasma para eludir el multazo y las consecuencias. Luego viene lo mejor: reyes, ministros y soldaditos de colores protagonizando hazañas bélicas --mejores que las de Afganistán o Líbano, que no son de guerra, sino de paz--. Dicen que van a emerger submarinos del Guadiana mientras los cazas sobrevuelan la Alcazaba y unas marciales tropas rinden honores al jefe de la banda y a otros héroes que lucirán medallas en el estrado de la colapsada Sinforiano Madroñero. Dicen que es un honor para esta ciudad y un orgullo para los ciudadanos. Dicen que nos viene muy bien --no preguntes para qué--. Paseas atropelladamente por la ciudad convertida en escenario de opereta y calculas en un momento cuánto se ahorraría este arruinado país dejando las misiones de paz y de guerra a un lado o disminuyendo el presupuesto anual para armamento. O cuánto dejaríamos de gastar en oropeles sin familia real. O cuánto dinero y molestias economizaríamos si lo de las fuerzas armadas se celebrara como siempre, en la Castellana con un solo desfile y menos desplazamientos solemnes. No lo entiendes porque ni eres héroe ni perpetras hazañas en tu vida.