Nati Romero pasó toda la noche del domingo al lunes sentada en un sillón de su casa de la calle San Sisenando, "esperando a ver si llovía", porque su estado de nervios no le permitía tranquilizarse, después de la tarde que había vivido. A esta mujer, que vive sola en un piso bajo, aunque su hija ocupa el de la puerta de al lado, se le anegó toda la vivienda. El agua saltó el umbral y entró por la puerta de la calle, que se encontraba muy deteriorada. Todo seguía ayer mojado "y el cuerpo que se le queda a una, porque estoy como para que me ingresen", repetía con cara de angustia. Ella y su hija, que tiene un bebé de diez meses, empezaron a pedir auxilio y se tuvieron que refugiar en el primer piso ante el temor de que el agua siguiese subiendo. "Esto fue de película", comentaba la hija.