Prestar atención y tener buen pulso. Eso necesitaron ayer la veintena de personas, entre niños y adultos, que participaron en el segundo de los talleres sobre escritura antigua. El resto, el experto en caligrafía, la tinta, la pluma y el papel, lo puso el Museo Arqueológico.

Tras una primera sesión centrada en la escritura carolina, en esta segunda jornada la protagonista fue la uncial, un tipo de letra redondeada y sin muchas florituras, que nació en el siglo IV y que acompañaba a la carolina para encabezar los prólogos de los textos sagrados.

Esta actividad se enmarca dentro del programa didáctico para familias que desarrolla el museo, pero dada la elevada demanda que ha habido de adultos, se ha abierto al público en general. Ricardo Vicente, calígrafo y responsable de impartir el taller, explicó ayer que con estas sesiones se busca que mayores y pequeños conozcan el legado caligráfico heredado de sus antepasados, además de "reivindicar el oficio moribundo del calígrafo", apuntó.

Tras la explicación sobre el tipo de caligrafía y materiales, los asistentes reprodujeron, con tinta y pluma, la escritura uncial. "Al principio no sale bien, pero con un poco de esfuerzo el resultado es bueno". Los talleres sobre caligrafía antigua se repetirán los próximos 21 y 28 de noviembre. El primero se dedicará a la escritura visgótica y el segundo, a la rústica.