Las Hijas de la Caridad plantearán a la Junta de Extremadura y al Ayuntamiento de Badajoz la necesidad de que la ciudad cuente con un albergue permanente para personas sin hogar, según señaló ayer sor Ana Martínez, responsable de la comunidad religiosa y del comedor social que regentan en la calle Martín Cansado.

La congregación fue la que abrió el pasado 4 de diciembre un alojamiento temporal para acoger a personas que viven en la calle en un edificio de la calle Bravo Murillo cedido por Cáritas. El servicio se ha estado prestando hasta el pasado 4 de marzo y ha acogido a un total de 27 usuarios (una veintena de personas por noche). Inicialmente se puso en marcha para asistir a este colectivo durante los meses del invierno, aunque no se concretó una fecha para su cierre. La falta de fondos para seguir sustentándolo ha obligado a tomar la decisión, pese a que la previsión era que las temperaturas siguieran siendo bajas. A los usuarios del albergue, además de un lugar donde dormir, se les ha ofrecido servicio de ducha, desayuno, comida y cena en el comedor social.

Para sor Ana, la experiencia y el número de personas que han pasado por el albergue constatan que este recurso es «necesario» en Badajoz. En este sentido, cree que son los responsables políticos, asesorados por los trabajadores sociales, quienes tienen que dar un paso al frente para atender a este colectivo. Asimismo, plantea la necesidad de que se realice un estudio para saber cuántas personas duermen en la calle --estima que pueden incluso superar el medio centenar--, así como para determinar qué edificio sería el adecuado para habilitar el albergue, de qué recursos debería disponer y quién debe gestionarlo. La idea ya se la ha «dejado caer» al presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, en uno de sus encuentros.

«Pido que se cree un espacio, donde se les dé un trato cercano, creo que todo el mundo está sensibilizado, pero hay que coger el toro por los cuernos. Esta población convive con el resto de ciudadanos y no podemos cerrar los ojos», defendió la religiosa.

INTIMIDAD Y DIGNIDAD/ Por su experiencia de «muchos años» trabajando con personas sin hogar, Sor Ana Martínez se muestra convencida de que serían más de los que han utilizado el albergue temporal los que recurrirían a un alojamiento permanente si este contase con habitaciones individuales, en las que pueden mantener su intimidad y «dignidad».

En el edificio de la calle Bravo Murillo se habilitaron en dos estancias de la planta baja unas hamacas con mantas y unas literas (para mujeres). El albergue se puso en marcha después de que las Hijas de la Caridad realizaran una encuenta entre los usuarios del comedor. Una veintena de los 105 encuentados mostró interés por acudir a dormir a este alojamiento. Inicialmente se abrió con plazas para atender a ese número de personas, aunque se podían incrementar en caso de que fuera necesario.

Este servicio incrementó considerablemente los gastos de la congregación, que también ha tenido que reducir los días de desayuno y duchas a tres por semana (mientras ha estado funcionando el albergue eran a diario). De estos dos últimos hacen uso alrededor de 20 personas, mientras que a mediodía, de media, se da de comer a entre 50 y 60 usuarios cada día y en la cena, a medio centenar.