Para conocer la historia de Batalyaws la urdiembre la pusieron los documentos árabes; traducidos por especialistas foráneos. Aquí la especie de los arabistas no ha florecido más que silvestre, entre hierbas básicamente indigenistas y tradicionalistas. Los batalyusíes, -hablaban árabe, eran musulmanes y su cultura era islámica- eran desconocidos. ¿Qué había algunos cristianos y judíos entre ellos? Pues, claro. ¿En qué sociedad mediterránea, formada por capas étnicas y culturales no ha ocurrido eso durante la Edad Media? Pero es un hecho incuestionable, a los trabajos del profesor Pierre Guichard me remito, que la sociedad de la Península Ibérica se transformó, lentamente, con la conquista del 711 y pasó de ser cristiana y de lengua latina -con matices- a musulmana y de lengua árabe. Siempre quedaron islas lingüísticas en zonas concretas. Pues bien, por mucho que se invoquen las raíces indígenas de los fundadores de Batalyaws y se le llame muladí -invención moderna- a Abd al-Rahman b. Marwaní, este señor estaba ya educado a lo islámico y es muy dudoso que hablara e, incluso, comprendiera latín. Una columna como esta no es lugar para explicar algo muy complejo. Si quieren, pueden creerme.

Todas esas cuestiones las conocíamos moderadamente bien y habían dado lugar a un conocimiento básico, manejado repetidamente por la escasa, pero influyente, erudición local. Bien es cierto que la época árabe no provocaba demasiado entusiasmo en la intelectualidad badajocense. En parte, porrazones ideológicas y, en parte, por imposibilidad material. Aquí siempre hubo curas que leían y comprendían latín y eran capaces de estudiar y publicar documentos encontrados en archivos parroquiales. Imanes, no. Ni, como he dicho, arabistas. Así que fuera del cañamazo general, los detalles más menudos, los relacionados con la cultura material, con la arquitectura -aquí no había Alhambras, ni mezquitas- y, por supuesto, con la arqueología, no se conocían nada, o casi nada. Y circulaban extravagantes teorías sobre objetos y edificios, que, a fuerza de repetirse, habían acabado dándose por ciertas. Y así desde los años 50. Y entonces llegó Terrón y desencadenó un proceso bastante más que interesante.

*Arqueólogo