Finalmente pudimos comenzar la excavación. Unos meses antes habíamos realizado una campaña corta para ajustar los planos de que disponíamos a nuestras necesidades y nos ayudaron, desde el Ayuntamiento, a solucionar los enojosos trámites derivados de la contratación de trabajadores. Corría el 4 de julio de 1977. Y el principal problema, aunque no se lo crean, pasó a ser ¿por dónde empezamos? Había muchísimas preguntas a las que dar respuesta y el área a investigar era enorme; ya saben esa bobada de la alcazaba más grande de Europa. Era mucho espacio desconocido y nunca una excavadora había provocado ningún desaguisado aportando alguna información útil. Hubo -hube- de reprimir mi entusiasmo y optar por la prudencia. No era bueno encontrar, así de entrada, hallazgos de gran valor sin estar preparados. Corríamos el peligro de malinterpretar o destrozar algo, por inadvertencia. Lo fundamental era conocer la naturaleza del subsuelo de la alcazaba. Situar las zonas vacías y aquellas con restos de edificaciones y darles una fecha, hasta donde fuera posible. Probar la potencia real del terreno, es decir, la profundidad arqueológica del sitio, e intentar localizar un punto con la estratigrafía completa del yacimiento. Era inconcebible que todo lo conservado por debajo de nuestros pies fuera solo árabe. Y, en lo que se refería a la fortificación, había que resolver, o empezar a hacerlo, algunas de las interrogantes arqueológicas que planteaba: ¿tenía antemuro todo el recinto? La campaña duró un agotador mes y proporcionó datos que, después, resultaron fundamentales. No hubo hallazgos espectaculares. Bueno, sí. Recogimos una estupenda moneda de ocho escudos, de oro, de Carlos III, acuñada en Méjico. Estaba como recién salida de la ceca. Apareció asociada a los restos de un soldado alemán, enterrado en una fosa común, en lo alto del espacio intramuros. Aquello nos daba una valiosa referencia, más histórica que arqueológica, -a 4 m bajo el suelo-. Así se planteo, por primera vez, la espinosa cuestión de la alcazaba y su relación con la llamada Guerra de la Independencia, fuente de dudas. Tuvimos que finalizar sin haber llegado al fondo del llamado Sondeo 1. Pero hubo más.