Lo que he contado en las columnas previas, aparte de servir a la pequeña historia de la Alcazaba y, por extensión, a la de la Arqueología en Extremadura, ha tratado de llevar a reflexionar sobre el problema, a mi modo de ver acuciante, de la investigación sobre el pasado de Badajoz. Esta ciudad, como todas, demuestra su nivel intelectual por el interés con que promueve el estudio y divulgación de su Patrimonio y ahí entra lo arqueológico. Ya he comentado cómo, siguiendo el ejemplo marcado por el Grupo Sísifo, de la Universidad de Córdoba, debiéramos tener claros algunos conceptos para que la Arqueología cumpla con su función social, que la tiene y grande, aunque en Badajoz las administraciones responsables lo ignoren y, a lo sumo, la consideren una curiosidad o, aún peor, un mal no siempre necesario. De principio debemos dejar claro que cada una de las parcelas donde se excava no es un yacimiento arqueológico. Es la ciudad, con su alfoz inmediato, la que constituye el yacimiento. Lo demás son solo intervenciones parciales. A eso es a lo que llamamos arqueología en la ciudad. Esa es la situación actual. Falta un organismo que coordine toda la información obtenida en cada proyecto concreto y obtenga rendimiento científico y administrativo y haga Arqueología de la ciudad.

La consideración de Badajoz como yacimiento único y la unificación de todos los datos recogidos, analizándolos por auténticos profesionales, debiera llevar a la elaboración de una carta de riesgo y a la posibilidad de invertir en planes de investigación. La primera, en beneficio de quienes pretenden llevar a cabo un proyecto, teniendo la certeza más que aproximada de encontrar restos capaces de retrasarlo, encarecerlo o, en casos extremos, impedirlo. Lo segundo llevaría a completar el conocimiento histórico de esta capital atrayendo I+D+i, lo que, por ahora, resulta irreal. No puede seguir ocurriendo que la información se pierda en archivos inalcanzables, que quienes los estudian pasaban por allí y que la carta de riesgo dependa solo de ciertas empresas o de técnicos designados. Excavaciones, como las de antaño en la Alcazaba, son ahora inabordables. Nadie paga estudios teóricos, solo rehabilitaciones. Y eso...