Alfonsina Storni , en un bello poema, habla de los "hombres pequeñitos". Hombres pequeñitos los hay en todas partes y probablemente muchos de los que vemos a diario son hombres pequeñitos. Se les reconoce con facilidad porque sus signos externos suelen ser de dimensiones inversamente proporcionales a su pequeñez. Cuanto más pequeño es un hombre, mayores y más aparatosos suelen ser su automóvil, su reloj y sus gafas de sol. Es decir, ser hombre pequeñito es una cosa normal y natural y la sociedad está llena de ellos. Lo malo es cuando los hombres pequeñitos conquistan el poder.

Cuando un hombre pequeñito llega a gobernar un país suele querer tener su propia guerrita, porque el hombre pequeñito está ansioso siempre de ganar batallas en las cabezas de otros. Es la forma con la que los pequeñitos entienden que pueden llegar a ser grandes, es decir, a convertirse en héroes de la historia. Lo vimos hace años con Bush , con Blair y con Aznar y lo estamos viendo ahora con Sarkozy , con Cameron y adláteres. El trío de pequeñitos de las Azores tuvo su guerra y ahora la tiene el quinteto de pequeñitos de París. Ya sé que hay una diferencia enorme entre ambas y que ésta la autorizó la ONU. Y estoy de acuerdo en que la comunidad internacional evite masacres. Pero no puedo evitar la repugnancia cuando veo la cara satisfecha de Sarkozy lanzando sus portaviones y sus cazas contra Gadafi y sintiéndose por fin un líder global.

Mi pregunta es si los civiles de Libia tienen algún estatus privilegiado, aparte de vivir sobre un mar de petróleo, que no tengan los civiles de Marruecos, de Yemen, de Jordania, de Siria o de Bahrein. Mi pregunta es por qué los mismos que bombardean Libia permitieron las masacres de Ruanda, de Sudán, del Congo o de la República Centroafricana. Mi pregunta es si bombardearemos Israel cuando los judíos masacran a los palestinos y si bombardearemos Palestina cuando Hamás mata civiles en Israel.

Tener la cobertura de la ONU está muy bien para que los hombres pequeñitos se monten sus guerritas para sentirse grandes hombres. Lo malo es cómo me siento yo cuando veo que con mis impuestos se bombardea a unos países sí y a otros no, dependiendo de lo que esos países interesan, o no, a nuestros hombres pequeñitos.