El otro día le pregunté a mi hermana por mi lugar de nacimiento porque no tenía claro si fue en el 18 de julio, la clínica que había frente a lo que hoy es el pabellón deportivo Juancho Pérez, o en el Materno Infantil. Eso me hizo pensar en las referencias sanitarias que en Badajoz hemos tenido desde que nací; ya tengo el dato, en el Materno, pero en el que está al lado de la Residencia del Perpetuo Socorro, la Residencia de toda la vida o el Perpetuo en los últimos 20 o 25 años, y no en la Maternidad que había al inicio de la carretera de Olivenza. Siempre creí que había sido en el 18 de julio, aunque recuerdo que en ese lugar me pusieron inyecciones como también me las pusieron en lo que hoy son las oficinas del SES y, en el pasado, las de Previsión, en la avenida de Huelva, frente al Zurbarán, donde, además de oficinas, había consultorio médico. Al consultorio también íbamos a la ele, junto a la Residencia, que no era ni sombra de lo que es, y, de vez en cuando, a Los Pinos, que hoy es el centro de salud del Casco Antiguo. Por cierto, un centro salud viajero: de la calle Donoso Cortés a una esquina del hospital provincial y, luego, su actual ubicación que, antaño, eran Los Pinos. Hablando de hospitales, en la Residencia me operaron de la garganta, que se decía antiguamente, y todavía hoy no encuentro unanimidad si era correcta la decisión de practicarles dicha intervención a los niños de la época. He ido al médico, me han hecho pruebas y he visitado enfermos en el Provincial y, esto último, también en el Militar y en el de la Cruz Roja que, luego, fue Los Naranjos, donde hacían el servicio militar los chicos de las tropas de socorro, muy cerca de donde salían los autobuses de LEDA y junto a la puerta de la cárcel. Hablando de socorro, alguna vez me socorrieron en la idem que había por la plaza de Minayo y cada vez que paso por Bravo Murillo, se me recuerda que allí estuvo el Laboratorio Provincial de Higiene. Con el Infanta o el Clínico, que así le hemos llamado siempre, nuestras vidas cambiaron. Ahora, con el inusitado cambio de nombre, otra cortina de humo, no creo que la gente le llame Universitario, pero sí nos seguiremos quejando de las listas de espera, de las aglomeraciones, de las muchas carencias y de algunas herramientas aún embaladas.