TEtn tiempos de confusión y conjeturas, son habituales las maniobras de distracción. El fraude moral, la tergiversación, la manipulación, la propaganda o la ocultación forman parte del manual para distraer a las masas. Los medios de comunicación sólo amplifican la señal pero alguien --un individuo, un colectivo, una organización--, antes, se ha encargado de diseñar con diligencia el espectáculo que distraerá la atención del respetable. Cualquiera puede usar estas viejas técnicas del engaño --levantar la voz más que otros, un titular fuera de contexto, una frase ingeniosa coreada por unos pocos, el enfoque adecuado, etcétera-- y nadie está a salvo de sus consecuencias.

En 1997, la película Cortina de humo mostraba lo fácil que es crear un artificio que impida conocer lo importante. Por ejemplo: crear una guerra para tapar un escándalo. Su título en inglés es mucho más ilustrativo y no se sabe bien si contradictorio o complementario. Wag the dog significa literalmente "Menea al perro", es decir, algunos creen ser el perro que menea la cola mientras que, en realidad, alguien, les está meneando/manipulando a ellos. En cualquier caso, la diversión está servida y el foco de atención, desviado.

Veamos algunos episodios de la actualidad: un señor de Huesca metido a nacionalista catalán que muestra evidentes síntomas de xenofobia contra los jornaleros andaluces y extremeños, un líder comunista con nombre de emperador e ínfulas de mesías --¡esto sí que es contradicción!-- queriendo meter constantemente sus narices en la política extremeña, denuncias de enchufismo y otras miserias donde no hay ilegalidad pero cuyo alboroto traslada la fiesta de lugar, un puñado de políticos de no se sabe bien qué cepa metidos a pacificadores en una "internacionalización del conflicto vasco" donde abrazan, indecentes, la verborrea independentista y violenta, un botarate que va de actor diciendo que los terroristas son presos políticos, el partido (de fútbol) del siglo que se juega casi a diario y, en fin, una revolución global de indignados que --ellos aún no lo saben y serán los últimos en enterarse-- empieza a dar signo más que elocuentes de también estar manipulados.

Las cortinas de humo, el mirar para otro lado, las denuncias exacerbadas y el apoyo bien estudiado a ciertas causas son fórmulas ya contrastadas de control social.