Empezó a construirse hacia 1731 y se conserva como en sus orígenes, con toda su decoración barroca del siglo XVIII, cargada de pinturas murales, guirnaldas, medallones y elementos vegetales, aunque a lo largo de su historia ha incorporado alguna imagen más reciente. Se trata de la iglesia del convento de las Carmelitas situado entre las calle López Prudencio y Arco Agüero, que ayer pudieron conocer alrededor de 300 personas en la visita guiada organizada por la asociación Amigos de Badajoz, a quienes abrieron sus puertas las doce religiosas que viven en clausura. «Es la única iglesia que se conserva en Badajoz original en su conjunto y es una joya para restaurarla y mantenerla», destacó el guía, el historiador local Álvaro Meléndez.

El Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles tiene su origen en 1644 cuando un grupo de mujeres empezó a reunirse para la oración. Eran las arrepentidas de San Antonio, a las que el obispo Marín de Rodezno pidió en 1688 que recogiesen los niños expósitos que se abandonaban a su suerte en aquella época de guerras con Portugal. En 1719 se organizaron como beatorio. La iglesia empezó a levantarse con el teniente general Alonso de Escobar y su gran protector fue el obispo Amador Merino Malaguilla, que dio las reglas del Carmelo en 1733 y compró 15 casas para construir el convento.

Entre las pinturas de sus muros, Meléndez destacó las que narran la vida de Santa Teresa de Jesús, de Francisco Javier Mures Becerra. El guía explicó también que siendo la Virgen del Carmen patrona del mar, hay detalles de los ofrecimientos de aquellos que habían cruzado el Atlántico, como una silla de madera de barco o los rostros de indígenas en los perfiles de los retablos de Santa Teresa de Lisieux y de la Virgen del Carmen. Historias por descubrir que requieren detenerse en más de una visita.