La historia que durante siglos ha guardado la iglesia de Santa Catalina y que ha quedado grabada en sus muros y oculta en su subsuelo, está a punto de ser desvelada a los visitantes. Han entrado en su fase final las obras de rehabilitación que desde el 2017 acomete el Ayuntamiento de Badajoz (con un parón de año y medio porque hubo que modificar el proyecto debido a los restos arqueológios aparecidos) en este edificio del siglo XVI con fachada hacia la plaza de Santa María. El concejal de Turismo y Patrimonio, Jaime Mejías, explica que la obra tiene de plazo hasta el 30 de septiembre y la intención es abrir la iglesia al público a principios de octubre e incluirla dentro del circuito de monumentos visitables (ahora son seis más el yacimiento arqueológico de la Alcazaba). El concejal concreta que lo que quedan por hacer son «detalles». La pretensión del ayuntamiento es que se convierta en un espacio de contenido multicultural.

La rehabilitación ha deparado continuas sorpresas por los restos hallados y hoy el interior de la iglesia nada tiene que ver con lo que encontró el ayuntamiento cuando la adquirió a un particular. Las bóvedas eran negras por el incendio que sufrió en 1888. Ya se han rescatado las pinturas murales de la última y entre los motivos florales ha aparecido un angelito. También los esgrafiados en las bóvedas centrales, mediante una plantilla de acetato realizada a mano por la restauradora Isabel Casado. En el bajocoro se ha puesto en valor un tondo con tres iniciales y un corazón con flechas, cuya existencia no era visible porque lo cubrían varias capas de cal. En los laterales del coro se han recreado los dos pasos de madera que comunicaban con el antiguo convento. Al lado se ha rescatado una pintura mural de Santa Catalina en una hornacina. Ya se hizo con la parte que se ha podido rescatar del escudo del Carmelo situado en la parte superior de una capilla lateral. En estos momentos, Isabel Casado se afana por recuperar los detalles de la capilla de la Anunciación, que presenta distintas capas de pinturas correspondientes a diferentes épocas. «En realidad estamos conservándolo todo», explica.

Un descubrimiento inesperado han sido los peldaños de la escalera que unía la sacristía con el patio posterior, que resultaron ser lápidas de mármol, con sus correspondientes inscripciones.

Aún queda por colocar la tarima de madera del suelo; por debajo va todo el cableado. Las siete criptas descubiertas, donde aparecieron gran cantidad de restos óseos, quedarán a la vista para los visitantes con iluminación interior y protección exterior.

Por otra parte, ya se ha colocado e incluso probado toda la iluminación de la iglesia. En la cúpula se ha colocado led perimetral. Además, se ha rehabilitado la fachada y se ha centrado la puerta principal. En la parte posterior, se ha terminado el patio, donde existe un aljibe de 7 metros de profundidad, que se ha conectado a la red de saneamiento, según explica el jefe de obra, Antonio Camacho. Así como también están listos los camerinos y vestuarios, que conectan con la Concejalía de Cultura, en cuyo edificio se inserta la iglesia, como parte que fue del antiguo convento. La inversión de la obra ronda el millón de euros, aportado en un 70% por el 1,5% Cultural del Ministerio de Fomento y, el 30% restante, por el ayuntamiento.