«Existen en la Sierra de Gredos y la Vera paisajes de gran belleza. En ellos uno puede sentirse más cerca de Dios». Con estas palabras Ignacio Ruiz-Gallardón García de la Rasilla, cazador internacional y Culminum Magister, define lo que para el es la caza: una experiencia casi mística. Fruto de esa actividad realizada durante toda su vida es la exposición Animales Autóctonos del Mundo que se exhibe en Ifeba. Catalogados en diferentes continentes, la colección de trofeos es una de las más espectaculares que hasta la fecha han pasado por los 27 años de Feria de la Caza, Pesca y Naturaleza Ibérica.

La vocación cinegética le viene desde muy pequeño. Sus padres tenían una casa en la Sierra de Gredos, donde creció y aprendió a cazar hace medio siglo, cuando apenas había animales y abatir una pieza era un reto complicado. A Ignacio Ruiz-Gallardón le gusta la caza en la montaña, a rececho, en paisajes agrestes y abruptos, en soledad, cuando la caza es un tú a tú entre animal y hombre. «No me gusta la caza social, soy un poco misántropo y de divierte cazar yo solo. Cazo en la cara sur de la sierra de Gredos, que es mucho más abrupta que la norte», explica.

Ignacio Ruiz-Gallardón comenzó a trabajar como guía de caza siendo prácticamente un niño. No es Ignacio un cazador coleccionista, no es su principal motivación. «A mí me divierte cazar y repito muchos animales. Hay cacerías que no me gustan porque no me resultan interesantes», explica.

La exposición Animales Autóctonos del Mundo se centra en ellos porque han sido los principales trofeos que ha perseguido por todo el planeta este cazador.

«Cuando un animal es propio de un territorio está absolutamente integrado en el medio, no está pervertido con el contacto humano. Cuando el animal es alóctono está menos adaptado y normalmente tiene dependencia humana. Una caza donde el animal no es silvestre y no huye a mí no me divierte. Introducir un animal en una zona donde nunca ha existido tiene un poco de jugar a ser Dios. Poner en una finca en España una cabra del Himalaya tiene muy poco atractivo», indica.

Fruto de esta filosofía son sus piezas preferidas de la exposición. Entre ellas destaca unas de Asia, como los marcores, unos cápridos de cuernos retorcidos, que viven en territorios escarpados y cuya caza es muy complicada. En la muestra de Ifeba hay animales de todos los continentes, salvo Oceanía ya que allí han sido introducidos por el hombre y no seducen a este cazador interacional que entiende así su actividad: «En la acción cinegética el animal encuentra la eugenesia, la muerte en combate, con honor».