TEtl latinajo significa "muy débil" aunque, como insulto, es sinónimo de estúpido y, por extensión, de persona de carácter desagradable. Ramón Llull describe , a finales del siglo XIII en sus Proverbis , al imbécil como "el asno que anda muy cargado y que pretende correr". Laporta , el presidente que ha hecho del Barça algo más que un club, o sea, un trampolín partidista, ideológico, reaccionario y nacionalista para alimentar un afán de protagonismo que el fútbol ya no le puede dar, ha llamado imbécil al presidente de los extremeños. De seguir la línea de, antes, Pujol , y, ahora, Jan , y tantos nacionalistas acomplejados, ridículos y poco documentados, abrazaríamos su tradicional victimismo y pensaríamos que nos ha llamado imbéciles a todos.

Este edípico (abrazó el franquismo sociológico y ahora flirtea con la extrema izquierda) personaje, de verbo fácil y pocas lecturas, usa al Barça con fines políticos, se entrega a personajes como Casanova (el gran engaño nacionalista) o Companys (lo más oscuro del independentismo), no sabe nada de España (la Hispania de los romanos, la Barcelona visigótica, la Marca Hispánica de los reyes francos, la Septimania frente al empuje musulmán) ni de Cataluña y su historia en común y, menos aún, de catalanismo (Cambó escribió que antes de 1893 apenas existían catalanistas). Sólo sabe figurar e insultar. O llamar imbécil a personal.

Muñoz Molina ha escrito que "igual que se calculan los millones de muertos que causan los tiranos, haría falta emprender el censo aterrador de todas las víctimas de los grandes imbéciles del siglo". Los hermanos Quintero , a principios del siglo XX, escribieron: "Mira el malaje; mira el mal hombre. ¡Quién nos lo iba a decir! ¿Quién podía pensar que a la chita callando, eso es lo que de verdad era, es: un imbécil-? ¡Vivir para ver-!". El gran Josep Pla parece describir a Jan: "Los catalanistas eran muy pocos. Cuatro gatos. En cada comarca había aproximadamente un catalanista: era generalmente un hombre distinguido que tenía fama de chalado". No insulta quien quiere sino quien puede y no es imbécil el débil o el que denuncia al mentecato sino el que envuelve al campeón con la bandera del autoritarismo, el engaño y la intransigencia.