TFtue hace unos días en el paseo entre los puentes, cerca del monumento a Covarsí . La vegetación del río había ardido en esa zona. No fue gran cosa y no acaparó titulares. Era sobre la una de la tarde. Cuando llegué dos niños estaban sentados en la baranda mirando cómo los bomberos hacían su trabajo, fascinados por los cascos, los uniformes y las mangueras de aquellos hombres que evolucionaban entre la humareda. Me acerqué para hablar con los chavalillos que no tendrían más de ocho años; me gusta oír cómo cuentan las cosas, me interesa su visión, mezcla de ingenuidad y clarividencia y la conclusión que sacan de las cosas. Me contaron que prácticamente acababan de llegar pero, dijo uno de ellos con la mirada reflexiva clavada en el humo, él pensaba que podía haber sido una botella, tirada descuidadamente por alguien, lo que había provocado el incendio. "El cristal es como una lupa si le da el sol ¿sabes?". Animado por esta explicación el amigo intervino. "O una colilla".

Sí, cualquiera de esas cosas podría haber pasado. La imagen de la botella, con el sol incidiendo en ella y una pequeña llama brotando en la hojarasca, la había visto varias veces este verano en televisión dentro de la campaña de prevención de los incendios forestales y pensé que, aunque solo sea por haber quedado en la retina de estos niños, la campaña había cumplido su objetivo. Mientras hablábamos los bomberos dieron por terminada su tarea.

El fuego había quemado una media hectárea de vegetación y una chabolilla que, bajo el puente, sería el refugio de algún vagabundo. Seguramente un hombre que cuando volviera por la noche para dormir se encontraría sin las paredes, quizá de cartón, que le aislaban de la humedad de la madrugada junto al río.

Al volver caminando a la radio pensaba en estas cosas, en los niños convertidos en ciudadanos concienciados y en el vagabundo, esa persona anónima que aún no sabía que acababa de perder su casa bajo el puente.