Lo cierto es que los asedios que más hicieron sufrir a Badajoz fueron los conducidos por los ingleses, aliados de los españoles. En total, aquéllos asediaron nuestra ciudad en tres ocasiones. Casi se podría decir que hubo un solo asedio con dos interrupciones.

La verdad es que, desde el punto de vista técnico, no se puede decir que nuestros aliados de entonces escribieran una brillante página en la historia militar y, en contra de lo que podría creerse, hasta el propio lord Wellington fue objeto de muy duras críticas en su país, por el modo en que se habían conducido, si bien él dirigió por completo y personalmente sólo el tercero. Tomó la ciudad, pero de un modo lamentable.

Wellington tenía una peculiar personalidad, lejana de la habitual en los generales de entonces. Desde luego, muy diferente de la psicología de los mariscales franceses, con alguno de los que, pasado el tiempo, llegó a tener amistad y, sin la menor duda, de su gran enemigo Napoleón.

El general Wellesley era tenaz, metódico. No arriesgaba lo más mínimo. Carecía de fantasía y, quizás, eso arriesgaba vidas humanas. Era un buen administrador y supo organizar la guerra peninsular, para la que no dispuso siempre de los medios deseados, porque a Inglaterra le costó carísimo el bloqueo continental impuesto a Francia. No dejaban abastecerse a ésta por vía marítima; pero no vendía en el continente europeo, sometido en su mayor parte al control francés.