TCtomo si de una leyenda urbana se tratara, en Badajoz siempre hemos sabido que a Los Colorines, al Gurugú, a Las Cuestas o a La Luneta, no se podía subir solo. ¿Quién no ha temido alguna vez que se le parara el coche, en plena noche, al cruzar la carretera de Campomaior?

Tampoco era nada recomendable, no hace muchos años, un paseo a determinadas horas por los alrededores de la plaza Alta. Incluso, Cerro Reyes o Suerte de Saavedra, son barrios en los que siempre miras de reojo, por si acaso.

Son zonas de la ciudad que la policía conoce bien; tanto que es casi el día a día de su trabajo, pero que para el resto de los pacenses, afortunadamente, caen casi en el olvido hasta que algún suceso, de los muchos que en estos barrios ocurren, ocupa la portada de algún periódico o abre algún informativo de radio o televisión.

Ha sido el caso de los graves incidentes ocurridos el viernes pasado en La Luneta, donde varios centenares de vecinos han rodeado y herido al menos a cuatro agentes de la policía local. O la batalla campal que, hace tan sólo unos meses, también protagonizaron numerosos vecinos de Suerte de Saavedra contra los agentes de la Policía Nacional.

No es de extrañar que el concejal de policía de Badajoz, Germán López Iglesias , haya expresado su preocupación por estos hechos y anuncie que el ayuntamiento se personará como acusación particular.

Es evidente que la solución a los problemas que acucian a estos y otros barrios periféricos y marginales de Badajoz y otras tantas ciudades, no debe ser fácil; drogas, absentismo escolar, familias desestructuradas, armas ilegales y un largo etcétera. Pero también se evidencia que lo hecho hasta ahora no es suficiente.

¿Para cuándo un plan coordinado, integral y efectivo? Da la sensación que, como siempre, todos lanzan la pelota al tejado del vecino. Alguien debería coger ya el toro por los cuernos. La sensación de inseguridad ciudadana podría dejar de ser una leyenda urbana.