Tengo en mis manos las casi 700 páginas de Comunicación y poder, un libro de Manuel Castells que, junto con toda su bibliografía y la relativa a la comunicación política, los medios, el mensaje, las redes y las campañas electorales de Chomsky, Lakoff, Sartori, Noelle-Neumann, Postman, Gil Calvo, Habermas, Wolton, del Rey Morató, Arroyo, González y Bouza, Rúas Araújo, Salmon, Reig y hasta más de trescientas referencias, me han interesado en los últimos años. A ellas, hay que unir los espacios en internet de Gutiérrez-Rubí, Martín Granados, Isaac Hernández, Seoane Pérez y así, hasta más de un centenar que se preocupan, asimismo, por un fenómeno que ha incorporado nuevos paradigmas como las redes sociales y su implicación en la política actual. Afrontamos una triple (veremos si no es cuádruple) cita electoral. Hay un cierto desconcierto porque nunca antes el escenario fue tan heterogéneo. ¿Qué determinará el éxito: los partidos, la marca, el discurso, los candidatos, los escándalos, la televisión, twitter o Facebook, España, el populismo, los ultras de todos los colores, el cansancio, el paro, las mentiras, las contradicciones, los programas, las emociones o los golpes de suerte? Tal vez un poco de todo y de nada. Será una campaña electoral atípica donde influirá, inevitablemente, cuanto suceda en Madrid, o sea, en España y en los entornos locales, como Badajoz, los candidatos tendrán que vivir con eso, para bien o para mal, y los electores con la difícil responsabilidad de que con su voto no puedan estar permitiendo precisamente lo contrario de lo que más detestan. El especialista en psicología política Daniel Eskibel, habla de cuatro tipos de campañas: dinosaurio (el viejo estilo), tecno (el medio es el mensaje), gurú (las ocurrencias del consultor) y elector (pensar en el votante). No solo habitan en La Moncloa los que aseguran haber estudiado a fondo los caucus de Iowa, un fenómeno electoral que, por resumir, nos enseña de la política sobre el terreno y donde, más allá de encuestas, debates, marketing y programas grandilocuentes, importa estrechar la mano, hablar con los vecinos y escuchar sus preocupaciones. El caucus de Iowa es la política artesanal, algo que está por encima de insípidas ruedas de prensa y extemporáneas reivindicaciones y pone el foco, con permiso de Madrid, en el alma las personas.