Isabel Contreras y su marido no se lo pensaron dos veces cuando les llegó la carta de Apnaba comunicándoles que el servicio de diagnóstico se había suspendido. Eran una de las familias en lista de espera, por lo que decidieron acudir a un especialista en Cádiz para que valorase a su hija de tres años. "Teníamos la duda sobre si la niña tenía autismo y para nosotros era primordial". Reconoce que ellos pudieron afrontar esos costes, "¿pero que hacen las familias que no puedan"?, se preguntaba ayer. Isabel explicó que solo una vez diagnosticado el Trastorno del Espectro Autista (TEA) ha podido empezar a solicitar ayuda tanto económica como para la atención de la persona con autismo. "Si no tienen valoración estás de brazos cruzados y con la preocupación de qué será de tu hija, que es lo más importante, por ejemplo cuando vaya a la escuela".