Con 55 años, el escritor Jesús Sánchez Adalid está a punto de cumplir 25 desde que se ordenó sacerdote. «Entonces parecía un abismo y ahora lo veo y es una insignificancia», comentaba ayer, echando la vista atrás. En este tiempo, «ha cambiado todo mucho, la Iglesia va evolucionando al ritmo de nuestra sociedad». Es consciente de que llama la atención que pueda compaginar las tareas de escritor con las de sacerdote. «Sé que sorprende mucho, pero a medida que pasa el tiempo me voy dando cuenta de que he tenido una vida de sacerdote muy rica y fructífera, en la que he podido dedicarme a los jóvenes, a Cáritas, a la parroquia y lo compagino». Reconoce que a veces encuentra dificultades «pero no estoy siempre escribiendo y a promocionar mis libros dedico un par de semanas al año, que tiene 365 días». Su frase es: «Si el tiempo no se ocupa desaparece, no existe, pero si está ocupado, se estira mucho». Se considera «un sacerdote de base, de parroquia, nunca he estado en la jerarquía de la Iglesia y tampoco es mi vocación personal».