Lucía y Marina no se enteraron del alcance de lo sucedido esa noche en su casa. Lo vivieron casi como una experiencia divertida. Sus padres actuaron rápido y bien. Las metieron en la habitación más alejada de la calle y desde la ventana que daba al patio interior se entretuvieron con el revuelo de los vecinos. Hubo hasta sonido de sirenas.

Lo peor fue cuando al día siguiente vieron horrorizadas como la fachada de su casa estaba totalmente quemada y destruida.

No se qué explicación le dieron a sus hijas mis amigos Ramón y Mar que viven en la calle Vicente Delgado Algaba de lo ocurrido aquella terrible noche, en la que un individuo, bien por golfería o por enfermedad, no tuvo otra ocurrencia que prender fuego a los contenedores que estaban frente a su casa pudiendo haber provocado una gran tragedia; pero lo que si estoy segura es que habrán asentado al escuchar las declaraciones, digamos poco usuales, que realizó esta semana el Concejal de Bomberos de Badajoz, Francisco Javier Gutiérrez al hablar de los incendios intencionados que se están produciendo en Badajoz.

Seguro que a Ramón también se le pasó por la cabeza llamar a ese individuo "cabronazo", que "sólo quiere joernos a tos", como ha dicho públicamente el concejal.

Porque no se trata sólo del daño que causan los pirómanos al patrimonio de la ciudad, sino de la vida de sus vecinos. Esta semana pudo haberle costado la vida a un indigente y éste verano muchos temieron lo peor cuando los focos de los incendios parecían tener la clara intencionalidad de rodear sus viviendas. Demasiados casos de incendios en Badajoz y pocas detenciones de los culpables. Dicen algunos responsables policiales que habría que tener un policía cerca de cada contenedor o detrás de cada coche. Suena a resignación.

Probablemente no haga falta recordar lo importante que es para la convivencia de una sociedad la seguridad subjetiva de los ciudadanos que la componen.