Difícilmente podrán verse tantos diamantes y piedras preciosas juntos como en la exposición Cartier, el estilo y la historia , que estará abierta desde ayer y hasta el 16 de febrero en el Grand Palais de París. A través de 600 piezas emblemáticas (algunas cedidas por la corona británica o el principado de Mónaco) el llamado joyero de los reyes propone un viaje a lo largo de los más de 150 años de una firma que ha marcado las artes decorativas.

La muestra repasa el deslumbrante patrimonio a base de piezas únicas que Cartier ha construido desde su fundación en 1847 hasta los años 1970. Como el zafiro de 478 quilates (el mayor del mundo) montado en 1921 para la reina María de Rumanía. La piedra puede admirarse junto a un cuadro de la aristócrata luciendo la joya. Entre los primeros clientes figuran la emperatriz Eugenia, Mathilde Bonaparte y el Maharajá de Patiala, que encargó un collar con 2.930 diamantes, una de las estrellas de la exposición.

La marca ha seducido a soberanos (Isabel II ha cedido la diadema que lució Catalina Middleton en su boda con el príncipe Guillermo), magnates y estrellas del cine. El collar con ocho rubís birmanos que Elisabeth Taylor recibió de su tercer marido, el productor Mike Todd; los brazaletes de diamantes que llevó Gloria Swanson en Sunset Boulevard; dos espectaculares cocodrilos encargados por María Félix y el refinado gusto de Grace Kelly --y la debilidad de la familia monegasca-- por los broches con forma de animal integran la lista de trofeos. Una tentación.