Yo voy a acabar en la cárcel, pero vosotras en el cementerio», declaró un agente de la Guardia Civil que dijo el acusado de agresión sexual a su hija mayor -desde los 15 a los 29 años, y de los delitos de abuso sexual de su hija menor, de coacciones amenazas y detención ilegal a ellas, a otra hermana y a su esposa-, cuando fueron a detenerlo a raíz de la denuncia de los hechos en septiembre de 2017. Fue el testimonio de uno de los agentes que declararon ayer en el juicio que se sigue por esta causa en la Audiencia, que continuará el lunes.

El primer día declararon a puerta cerrada el acusado, la hija mayor -no hijastra como indicó el letrado de la acusación, pues es adoptada legalmente- y su madre. Ayer lo hicieron también a puerta cerrada las otras dos hijas, si bien el resto del juicio se siguió después en vista pública.

Una amiga de la madre declaró como testigo por videoconferencia y afirmó que le contó que su marido tenía relaciones con su hija, que los había visto en la piscina y que no sabía cómo actuar.

Las psicólogas forenses declararon que la víctima de agresión sexual sufre «estrés postraumático, pesadillas, ansiedad, culpa y vergüenza»; que se sentía amenazada por su padre, pues temía que hiciera daño a sus hermanas; que la amenazaba con contarlo públicamente y que, «incluso, tuvo un intento de suicidio a los 18 años».

La madre, indicaron, presenta un trastorno ansioso depresivo y tristeza; la hija pequeña, que sufrió tocamientos en tras ocasiones, contándoselo a su madre la tercera vez, «sufre pesadillas, una clara indefensión aprendida, vulnerabilidad y estrés postraumático»; y la mediana, «la más fuerte, que se enfrentaba al padre», presenta «un estado de tristeza por no haber podido proteger a sus hermanas». Y coincidieron con la trabajadora social del Instituto de Medicina Legal en que «las cuatro vivían amedrentadas».

También declararon que, tras el análisis del acusado, este admitió las relaciones, «justificándolas de forma muy pueril, como que ella se lo pedía y le provocaba»; que «también admitió que las encerraba»; y que «ejercía violencia psicológica contra la mujer y las hijas».

Señalaron que su personalidad «presenta características de maltrato», que «su estrategia es culpar a los demás», y que «es consciente de la situación».

Explicaron, además, que la víctima de agresión no se atrevía a decírselo a su madre y que ésta sospecha que había algo, pero no sabían cómo actuar, por «miedo a la ira» y a las actitudes «violentas del padre». Y que nunca se ocupó de la familia, «ni cuando su esposa estuvo enferma con cáncer».

El letrado de la defensa inquirió a las declarantes si eran objetiva en sus informes, pregunta que el presidente del tribunal consideró improcedente.