Parece que a nadie le interesa lo que tengo que contar, lo que pasó de verdad; nadie me escucha". Así se expresó ayer P. D. L., una joven de 27 años, tras salir de un juicio por violencia de género celebrado en el Juzgado de lo Penal 1 de Badajoz contra su novio, D. R. M. de 36 años, que ejerce de mecánico en Barcelona, y que fue detenido la madrugada del 6 de octubre en la plaza de España, en Badajoz, acusado de haberle infligido malos tratos por darle, supuestamente, un cabezazo a la chica, según la versión policial.

Sin embargo, ambos lo niegan. Ella por un lado y él por otro, pues está en vigor una orden de alejamiento que ninguno de ellos ha logrado desactivar, a pesar de que la supuesta víctima rechazó expresamente la vigilancia policial. También que intentó aclarar lo ocurrido tanto en el hospital al que la llevaron la noche de los hechos, como después en comisaría. Pero no pudo lograrlo porque "todos decían que era el protocolo", hasta desembocar en una causa judicial cuyo juicio se vio ayer y que sigue su curso.

Tanto la chica como su novio declararon por separado a este diario que entienden en parte las razones en las que se puede basar la justicia para intentar defenderla de lo que podría haber sido una caso de violencia de género. "Pero que no lo fue, no la hubo, Dani no me pegó ni me hizo daño; es cierto que discutimos y que me cogió del brazo para darme unas explicaciones; él es alto y yo bajita, y nos chocamos las cabezas en un movimiento, pero no hubo nada. Sin embargo, la policía lo esposó y se lo llevó a comisaría", contó la joven.

Y continuó explicando: "Vino otro coche para llevarme a mí al hospital; yo les dije que por qué, que no lo necesitaba, pero respondieron que era el protocolo. En el hospital insistí en que no me pasaba nada, que no me habían hecho nada, como se demostró con el resultado de las pruebas, pero Dani estuvo en comisaría hasta el lunes, que fue a declarar al juzgado".

P. D. L. se mostraba ayer incrédula ante lo que estaba viviendo. Hizo memoria y contó que "cuando se lo llevaban, yo sentí vergüenza y me fui al coche de la policía, lo que debieron interpretar como que me refugiaba, que tenía miedo o algo así, y es que no supe reaccionar".

D. R. M., por su parte, no daba crédito a su situación. "Me siento como en una película, algo surrealista, porque ni le hice daño ni he tenido nunca intención; la cogí del brazo para explicarme y dicen que le dí un cabezazo, pero eso solo se hace a propósito, si nos rozamos o hubo algún movimiento, fue casual, nunca pudo ser para hacerla daño", dijo.

UN CASO QUE NO EXISTIO También él dice entender que hay casos en los que las mujeres no denuncian por miedo a sus agresores, o por que luego se arrepienten o que simplemente no quieren denunciar, y entonces debe actuar la policía y la justicia, "pero no es éste el caso, no hay nada de eso; yo estoy con las mujeres y a favor de la Ley de protección, pero yo no la he agredido", insistía.

El caso quedó visto para sentencia, con la petición del fiscal de un año de prisión, prohibición de acercarse a menos de 500 metros de la víctima por 5 años y prohibición de tener armas durante otros 3. Ambos, cada uno por su lado, temen "que haya una condena por un caso que nunca existió".